”Medellinizar”
Tremendo alboroto ocasionó la desatinada expresión del Comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, cuando al regresar de ciertos barrios de la capital, usó la expresión “medellinizar” aludiendo al clima de violencia que empieza a vivirse en dichas zonas de la ciudad.
La villa de Medellín puede ser mirada desde muchas facetas, unas muy buenas, que nos hacen sentir orgullosos a quienes allí nacimos, como su actividad cultural, sus museos, su sistema de transporte masivo, sus bibliotecas públicas, su clima y ciertos centros públicos, como parques y zonas de recreo. Desde cierta perspectiva es una ciudad ideal, con unas instituciones sólidas y pujantes, con un clima espectacular y una gente trabajadora y laboriosa.
Lamentablemente, y aunque nos duela hay que reconocer que existe otra Medellín bastante preocupante. Unas comunas sin Dios y sin ley, donde las bandas criminales controlan todo y asesinan por el mero hecho de pasar una frontera sin autorización, donde los jóvenes se desescolarizan a precoz edad y muchos mueren en edad temprana al entrar en el torrente de violencia que desde hace años domina la vida de esos lugares. La violencia que engendró la mafia de la droga continúa, simplemente se da un relevo de cabecillas, las organizaciones de delincuentes están en todo su apogeo. Los comerciantes del centro, que no es histórico porque lo destruimos, tienen que pagar vacuna para poder desarrollar sus actividades mercantiles. Los padres nos llenamos de pánico cuando los hijos salen de juerga durante la noche. La acción de la autoridad durante muchos años ha sido incapaz e ineficiente para controlar el imperio de las mafias sobre grandes sectores de la ciudad.
Seguramente, el General aludido se refería a la ciudad que bien conoce, puesto que también comandó allí la Policía; aludía a esa metrópoli perdida en la ignominia. Lástima que en lugar de referirse a la “criminalización” o “violentización” de barrios capitalinos, utilice una expresión equivocada, pues generaliza y destaca lo malo y no lo bueno de la ciudad. Cuando se detenta liderazgo en el poder, hay que ser muy prudente en el uso del lenguaje.