Jaime Alberto Arrubla Paucar | El Nuevo Siglo
Jueves, 7 de Abril de 2016

FILTRACIONES DE MOSSACK FONSECA

¡I  took Panamá!

 

EL  título de esta columna nos recuerda la obra de teatro de los años 70 que ambientaba la pérdida de Panamá de la geografía colombiana.   La Panamá de hoy, muy diferente a la de esa época, es una república pujante y esplendorosa; lamentablemente, como todas sus vecinas, incluyéndonos a nosotros, con problemas estructurales y delicados. Ya la habíamos criticado por dar asilo político, a una delincuente común, acusada por la justicia colombiana de interceptar ilegalmente las  comunicaciones de magistrados, políticos y periodistas.   Ahora, se ve enfrascada en los llamados “PanamaáPapers”, que la ponen en ojo del huracán frente al mundo, que la tilda de paraíso fiscal por  albergar capitales non santos.  Veamos qué hay de malo y de bueno en todo esto.

A Panamá se le ha tildado de ser un paraíso fiscal, por tener un régimen impositivo relativamente blando, que atrae capitales de inversionistas de todo el mundo.  Hay oficinas de abogados expertos en sociedades offshore, que tienen listas  las sociedades anónimas de escritorio,  asesoran al inversionista,  le ceden las acciones en un libro interno, sin registros públicos,  reciben la inversión y la colocan en bancos que no dan información alguna, amparados en el secreto bancario.  El Gobierno panameño no ha querido llegar a un acuerdo con el nuestro para compartir esa información.

Nada hay de ilegal en ser socio de sociedades extranjeras; tampoco es ilegal invertir en la banca extranjera;  perfectamente  se pueden servir del esquema muchas actividades lícitas, que utilizan el vehículo mencionado, para tener mejor planeación fiscal.  Muchos de esos empresarios acuden  para utilizar  estos esquemas empresariales huyendo de un sistema demasiado alcabalero en sus países de origen, que no  invita a mantener las inversiones y provoca la huida de capitales.

Pero también se pueden utilizar los referidos vehículos de los paraísos fiscales para encubrir actividades ilícitas como el blanqueo de capitales, con dineros mal habidos, producto de actividades ilícitas, como sobornos, tráfico de armas y de drogas, etc.;  o utilizarlos omitiendo denunciar las operaciones en los países de origen de los propietarios incurriendo en fraudes y evasiones fiscales.   Lo ilegal no es ser socio de sociedades extranjeras y tener inversiones en el exterior; lo irregular es utilizarlas para evadir impuestos o blanquear capitales y no informar en sus respectivos países ante las autoridades competentes sobre su existencia.

Con el estado actual de la información en el mundo cibernético, todo parece indicar que nada va a quedar oculto en ningún lugar del mundo.   Once millones de documentos de los archivos de una firma de abogados salen a la luz pública, por encima de las exigencias de confidencialidad y de secreto profesional que los ampara.  El mundo ha cambiado y lo mejor es que los Estados colaboren entre sí para permitir la información y no convertirse en guarida de bandidos.