Jaime Alberto Arrubla Paucar | El Nuevo Siglo
Jueves, 8 de Octubre de 2015

NI UN CENTÍMETRO

¡Nicaragua otra vez!

La semana pasada se presentaron en la audiencia señalada por la Corte Internacional de Justicia de La Haya, los argumentos de Colombia orientados a repeler la competencia de la Corte para la nueva demanda que sobre “el rumbo exacto” de su plataforma continental en el Caribe colombiano, presentó Nicaragua en septiembre del año 2013.

La pretensión extensiva e invasiva de Nicaragua sobre el Caribe colombiano no se hace esperar; comenzaron con la Costa de Mosquitos, un país que era solamente con salida al Pacifico, luego gracias a la espuria sentencia de 19 de noviembre de 2012, proferida por la Corte Internacional de Justicia de La Haya, de la que brotan indicios de colusión,  se creen con derecho a setenta y cinco mil kilómetros de mar Caribe, de los que Colombia es soberano y ahora, pretenden una plataforma continental extendida más allá de las doscientas millas náuticas. Al paso que vamos van por Cartagena y les vamos a quedar debiendo.

Por supuesto que la Corte Internacional de La Haya no es competente para dictar su sentencia en el año 2012, como tampoco lo es ahora para estas nuevas reclamaciones, donde se han acrecentado los argumentos para que se declare incompetente.

En primer lugar, en la jurisdicción de la Corte no cabían aquellos temas que ya estaban definidos por tratados bilaterales, como los que ocuparon al Tratado Esguerra-Bárcenas, en relación con la Costa de Mosquitos, el Meridano 82 y al mar Caribe colombiano. La Corte se debió declarar incompetente para conocer de la primera demanda y por la misma razón se debe declarar incompetente para conocer de la segunda. El tema está definido por tratado bilateral y expresamente queda excluido de la jurisdicción de la Corte desde su creación. ¿O será que nos piensan devolver la Costa de Mosquitos?

Pero además, lo segundo,  Colombia  denunció  el Pacto de Bogotá, en noviembre de 2012, y su retiro produce efecto inmediato,  restándole a la Corte competencia para conocer de nuevas demandas, como la que ahora ocupa el examen de su competencia.

En tercer lugar, la nueva controversia se la inventó Nicaragua traída de los cabellos. Las partes no estaban en ninguna confrontación diplomática sobre el nuevo reclamo, que faculte a la Corte para conocer del tema. Pero además, se reclama nuevamente  lo que se negó en la sentencia del 2012. Lo que pretende Nicaragua es abrir el debate sobre lo que se le quedó por fuera en la anterior sentencia de 2012 y sobre lo que existe cosa juzgada. Nicaragua pretende una competencia continuada de la Corte, que no la tiene. 

Otro atropello sobre la soberanía colombiana. La pregunta es ¿qué vamos a hacer si la Corte se declara competente como pasó anteriormente? Ya sabemos cómo maneja Managua sus conexiones en la Corte y los intereses que tiene para explotar el mar Caribe, con potencias extranjeras, que influyen en ella. Ya no estamos bajo la jurisdicción de la Corte, más allá de abogados, delegados y de audiencias, la política debe ser clara, ni un centímetro más de la patria, a manos de países extranjeros.