Desescalonamiento del conflicto
NO deja de sorprendernos el entorno mediático en que se desenvuelve todo lo relacionado con los diálogos de paz en La Habana. La semana pasada todo era una desilusión, a punto de romperse el diálogo, jaque contra el medio ambiente colombiano por parte de la guerrilla; una palabras van y otras vienen y de pronto, resucita la esperanza, y todo indica que, otra vez, vamos en camino firme hacia la paz.
Pero lo más curioso es que sobre los puntos que sabíamos que estaban poniendo una mayor dificultad en la mesa de negociación, no ha pasado nada, no ha habido definición, todo sigue igual. Por el contrario, pareciera que están más polarizadas las posiciones de las partes. Me refiero al tema de la justicia transicional y la reparación de las víctimas. Escuchamos a voceros de la guerrilla la semana pasada, manifestando que el Gobierno se encontraba mal asesorado; que una amnistía generalizada y total, incluso para los máximos responsables, era necesaria y posible jurídicamente; que había que volver al contexto del delito político y los delitos conexos de aquellos. Por parte del Gobierno escuchamos todo lo contrario, que no era factible una amnistía para los máximos responsables, que debían hacerse a la idea de que tenían que pagar alguna pena. Nada más distante en la negociación que los puntos que cada parte sostiene en lo tocante a la justicia. No se ha avanzado sobre el tema.
También llaman la atención las dificultades por el lenguaje que se presentan alrededor del conflicto, con expresiones como “dejación de armas”, “delitos políticos y conexos”, “desescalonamiento del conflicto”, entre otras. Por supuesto, que los delitos políticos, como la rebelión, son susceptibles de amnistía; el problema es que no pueden tenerse como conexos de estos, a delitos como el secuestro, la extorsión, el ataque a la población civil, el reclutamiento de menores y otros de lesa humanidad. Además, lo que en realidad ocurre, es que el narcotráfico pareciera que se ha convertido en el verdadero delito central, quedando los demás como conexos. Los tiempos actuales son bien diferentes de otras épocas en las que hubo amnistías generalizadas; el mundo ha cambiado y los compromisos internacionales del país también. En este punto, los mal asesorados son los guerrilleros.
Otro problema semántico lo ocasiona ahora el nuevo término que sale a la palestra, que es el “desescalonamiento del conflicto”, al que se han comprometido las partes. La interpretación de la expresión ha dado mucha controversia. Hay que partir de la expresión escalonamiento, que es la acción o efecto de escalonar, luego desescalonar, es lo contrario, diríamos, bajar lo escalonado. Bueno, para no comprometernos con un cese el fuego bilateral, había que buscar alguna expresión en la rica lengua de Castilla, no tan comprometedora, no es otra cosa que bajarle tensión al conflicto. Tampoco gusta la expresión “dejación de las armas”, que pareciera un grado menor del de la entrega total y definitiva que espera la sociedad. Bueno, pero lo positivo de todo esto es que siguen sentados en la mesa y eso es la cuota inicial de la tan anhelada paz.