MAL VECINO
El vecindario se alborota
Ya estamos acostumbrados en Colombia a los frecuentes líos con Venezuela, como cuando se tiene un mal vecino, con el agravante de que no es posible cambiar de residencia. Recordemos la algarabía cuando se firmó un tratado de colaboración con la OTAN y salió el Gobierno venezolano a decir que se trataba de una "amenaza", "provocación” o "conspiración" contra los gobiernos antiimperialistas; o qué tal el lío que armó el Gobierno de Maduro, cuando la visita del opositor Capriles a Colombia o el delirio permanente que mantiene señalando que desde Colombia se atenta contra la vida de los dirigentes bolivarianos, por parte de nuestros líderes políticos.
El turno le tocó ahora al diferendo limítrofe sobre el Golfo de Maracaibo que lleva doscientos años sin resolverse. Venezuela ha pretendido que Colombia tenga una costa seca sin adentrarse en las aguas del Golfo, mientras nosotros reclamamos con justicia el mar territorial que, según el derecho internacional les corresponde a nuestras costas. Un diferendo limítrofe que últimamente ha estado en el congelador. El pasado 26 de mayo, el Gobierno venezolano expidió el Decreto 1787 que ha atizado la tension entre los dos países. Se establecen las Zonas Operativas de Defensa Integral, Maritima e Insular que comprometen aguas del histórico referendo.
Por supuesto, que tal decreto interno, jurídicamente nada define sobre el conflicto, no compromete en absoluto a Colombia. La diferencia limítrofe no se soluciona con actos unilaterales de una de las partes. No deja de ser un simple acto más de hostigamiento y provocación, contrario al derecho internacional, del mal vecino que tenemos. La nota de protesta es más que suficiente y no la consideramos ni tardía ni insuficiente como han dicho algunos. Nuestra agenda nacional no la pueden determinar las impertinencias del señor Maduro. Si lo que él busca de contera, es un efecto interno para tratar de remediar su inevitable derrumbe en ese país que tiene en ruina económica, humana y democrática, ese es un problema de hasta dónde el pueblo de Venezuela va a soportar al infame, y el conflicto con Colombia en nada se altera y mucho menos define con el infortunado decreto.
Sin embargo, no hay que perder de vista que se trata de un vecino desesperado, subvertido prácticamente frente al Estado de derecho y la democracia, que pretende apoyos internacionales de Rusia y China que tienen intereses económicos en la región. Un despalomado Canciller entregó Los Monjes en 1952 señalando que eran unas rocas sin valor, pero que hoy se saben son ricas en gas y petróleo. Ingenuamente nos dejamos arrebatar el Mar Caribe creyendo que Nicaragua locamente lo reclamaba para tender cortinas de humo frente a sus problemas internos. Manipularon la Corte Internacional de Justicia los mismos intereses chinos. No sobra que aprendamos y que esta vez hagamos todo lo que en el pasado hemos dejado de hacer y no repitamos lo que nunca debimos de haber hecho.