JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR | El Nuevo Siglo
Jueves, 10 de Julio de 2014

La política antidroga

 

“Es asunto de salud pública,  no de represión carcelaria”

 

Recientemente visitó nuestro país el expresidente brasilero Fernando Henrique Cardoso,  destacado personaje  latinoamericano que integra la Comisión Global sobre Política de Drogas, donde participan importantes líderes mundiales. Se anuncia para septiembre un nuevo documento sobre la necesidad de replantear la lucha contra el narcotráfico.

Una de las líneas centrales de este documento plantea la “descriminalización” del consumo.   Refiriéndose a los narcodependientes señala el expresidente “no necesitan cárceles sino hospitales”.   Totalmente de acuerdo, el problema es de salud pública y no represión carcelaria.  La Jurisprudencia de la Corte Constitucional de Colombia se adelantó en el tiempo;  desde  ya hace más de una década trazó  ese mismo lineamiento con relación a la dosis personal y nuestro sistema penal tuvo que adaptarse a ello,  lineamiento que aún persiste a pesar de varios intentos por reversarla en el Congreso a iniciativa del gobierno anterior. 

La tendencia universal es la despenalización que no debe confundirse con la legalización,  que es cosa muy diferente.   Nada se soluciona llevando a los drogadictos a la cárcel, por el contrario, congestionamos más el sistema carcelario, sin obtener nada a cambio, pues la reclusión no recupera ni resocializa al consumidor adicto, quién necesita tratamiento diferente para su adicción. 

El problema no es de represión, la amenaza de pena no termina el consumo, como tampoco lo logra la reclusión del  adicto;  el asunto  debe ser atendido por el Estado en su verdadera dimensión, como un problema de salud pública  si lo que se quiere es tratar y rehabilitar al enfermo y no destruirlo.  Como  bien lo afirma el exmandatario sustentando su punto de vista “No hay lugar en el mundo donde circule más droga que en la cárcel”.   Las cárceles no cumplen la función rehabilitadora para  ninguno de sus  desventurados visitantes.

No se trata  de bajar la guardia contra el narcotráfico.   La represión  contra el tráfico de drogas debe continuar y el mismo deberá seguir siendo penalizado.  Se  trata de buscar nuevas alternativas para combatir el consumo porque mientras éste siga creciendo será imposible terminar  con el tráfico de estupefacientes. Llevar a las cárceles a los consumidores no ha servido para terminar con el narcotráfico.

En Colombia  el combate contra los traficantes está  definitivamente amarrado a la acción guerrillera y a otras organizaciones  delincuenciales.   Mientras no le pongamos fin al conflicto,  con el acuerdo expreso y real de que los alzados en armas  de que dejarán su negocio ilícito, será muy difícil ganarle la guerra a las drogas.  De allí la importancia de las negociaciones en La Habana  con la guerrilla colombiana.   Que el país no  ignore la realidad de que estos grupos guerrilleros  son el alma y el centro del narcotráfico.  Sin solucionar el problema de la guerrilla será muy difícil poder avanzar en la solución del tráfico de estupefacientes.