JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR | El Nuevo Siglo
Jueves, 6 de Junio de 2013

Relaciones de vecindario

 

Tremenda polvareda se armó en el vecindario como consecuencia de la decisión colombiana de firmar un acuerdo de colaboración con la OTAN. Por supuesto que no podemos hacer parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, por la muy sencilla razón de que geográficamente no pertenecemos al Atlántico Norte, sino al Caribe; la razón es la misma que tenemos para no pertenecer a la Unión Europea; por eso pertenecemos a organismos regionales americanos, como la OEA o Unasur. Lo que está buscando el Ministerio de Defensa es cooperación en temas de educación de tropas, derechos humanos, justicia militar, etc.

Pero la cuestión es tan elemental que es casi imposible que los países vecinos crean de verdad, que tal acuerdo de cooperación es una “amenaza”, “provocación” o “conspiración” contra los "gobiernos antiimperialistas", de Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador, o de un “ataque contra la revolución bolivariana y de adhesión a los planes hegemónicos imperiales”, como lo han estado presentando los vecinos jefes de Estado. El fundamento del alboroto podría ser uno de los siguientes: o de verdad hay una ignorancia supina sobre la materia, argumento que se inclinaría en favor  de ciertos casos, conociendo el nivel cultural de algunos de los gobernantes; pero éste se desvanece, pues es imposible que sus asesores no los adviertan; o  mejor se trata de una arenga del lenguaje socialistoide trasnochado de los años setenta a que nos vienen acostumbrando, muy útil para acalorar masas y tapar problemas internos; o es un pretexto que buscan para que Colombia, queriendo mantener los vecinos comprometidos con el proceso de paz, se desentienda de las consecuencias del espurio fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya sobre el archipiélago de San Andrés y Providencia, y no busque apoyos   para su posición de no moverse del meridano 82, que es lo que quieren cobrar Nicaragua y sus aliados con deseos de explotar cuanto antes nuestro mar Caribe.

Ya  estamos acostumbrados a la ausencia de protocolo y de sindéresis de nuestros vecinos para manejar las relaciones internacionales, desde que por allá terminando el pasado milenio, el presidente Chávez dijese que era neutral entre el Gobierno legítimo de Colombia y la guerrilla de las Farc. La cuota reciente la tuvimos la semana pasada con las calenturas que se presentaron por la visita del señor Capriles a la Casa de Nariño. Por supuesto que fue una excelente jugada política para nuestro Presidente, que se sintonizó con la mayoría del pueblo colombiano, que prefiere a aquel que a Maduro, a quien ven como un títere, mala réplica de Chávez y también perfecta jugada de Henrique Capriles que salió valorado del episodio, gracias al pésimo manejo del asunto que le dieron sus rivales. Mal quedaron el Presidente de la Asamblea y Maduro, que luego de sus amenazas, y de prácticamente darse por envenenados, optaron por restablecer  las  relaciones que, por lo menos oficialmente, no se habían dañado. 

Cualquiera de las probables razones que expusimos y los recientes sucesos, lo que indican, es que hace mucho rato se nos dañó el vecindario.