JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR. | El Nuevo Siglo
Jueves, 1 de Agosto de 2013

Crimen de Estado

 

Verdadero  escozor  se experimenta, varios años después de ocurrido el hecho, cuando se escuchan las versiones que ha venido relatando recientemente la exdective del DAS  Alba Luz Flórez Gelves, conocida en  los medios periodísticos como la Mata Hari. 

Ha dejando en claro que infiltró a la Corte Suprema de Justicia atendiendo ordenes jerárquicas, que sus superiores le dijeron que “se trataba de un asunto de seguridad nacional”, que debía enterarse de lo que pasaba en el interior de la corporación para que en “el alto gobierno pudieran tomar decisiones”. Se dio inicio al "plan escalera" motivado por "pugnas entre el ejecutivo y los magistrados de la Corte con ocasión de algunas investigaciones".

Que se manejaban hipótesis de supuestos vínculos de los magistrados con las Farc y de personas vinculadas al narcotráfico.  Instaló  grabadoras en el recinto de la Sala Plena y en el piso noveno del Palacio de Justicia. Sobornaron conductores y empleados para que sirvieran de informantes sobre la cotidianidad de los magistrados y les hacía seguimiento a las decisiones de ciertos procesos, especialmente de la parapolítica; le entregaron “procesos y grabaciones claves sobre parapolítica”.

Según lo informa, alcanzó a pagar $ 120.000.000 en sobornos y obtuvo más de 40  horas de grabación. Todo esto lo destruyó por orden de su jefe William Romero, cuando las cosas se pusieron tensas. Todo indica  que se hizo precisamente para obstruir la acción de la justicia.

Qué febril delirio ha vivido la República en su historia reciente.   Esto no puede ser sino cuestión de locos y de fundamentalistas.  Si  sucede con la Corte Suprema de Justicia qué podrán esperar los ciudadanos inermes de unas instituciones que se supone están creadas para protegerlos, puestas al servicio de mentes perversas. 

Cuando desde la Corte denunciamos el hecho se nos tildó  de locos esquizofrénicos y con delirio de persecución; claro, por los victimarios de entonces. Las investigaciones nos han dado la razón.  No eran hechos aislados sino que obedecían a un designio criminal.

Esperemos que los procesos conduzcan a que se haga justicia y se esclarezca de una vez por todas quiénes fueron los reales responsables de este crimen de Estado.