El mundo se ve amenazado por el fanatismo, aquella suerte producida por ideas inflexibles, llenas de odio y venganza. El fanático no mide absolutamente nada diferente a lo que se opone a sus creencias. Esa patología es capaz de destruir todo, hasta ellos mismos. Esto está sucediendo en todos los países. Europa se ha convertido en el objetivo, pero Asia menor también ha sido victima: Estambul y Túnez. Pero Europa ha sido victima de feroces ataques bajo modalidades novedosas como las brutales arremetidas con camiones y vehículos contra gente inocente perpetuados por yidahistas muy jóvenes adoctrinados a matar y morir.
Esa ira fanática es el producto de la insensatez de aquellos psicópatas prendidos a creencias e ideas fantásticas de orientación religiosa, brutales criminales que no toleran la diversidad de opiniones o de fe. Creen tener la verdad revelada y todo aquel que piense diferente se convierte en un enemigo al que hay que exterminar.
Lo sucedido en Cataluña, tanto en Barcelona como en Cambrils, es una estrategia del terrorismo para hacer sentir sus ideas y protestas. Sucede después de lo acontecido en Niza, Paris, Estocolmo, Londres, Manchester y Berlín entre otros atentados. Aquí en Bogotá fuimos victimas del atentado en el centro comercial Andino, recientemente realizado por unos fanáticos haciéndose llamar Movimiento Revolucionario del Pueblo.
Pero esa ira fanática se observa mucho en los izquierdistas dogmáticos que se fundamentan en doctrinas desuetas como la Marxista-Leninista que resultó ser un fracaso y todavía hay muchos que la consideran una solución. Personajes obsesionados con ideas religiosas tanto evangélicos como católicos, que se creen dueños de la verdad revelada asumiendo posiciones extremistas sin importarles las consecuencias, se ciegan frente a otros puntos de vista, siendo ellos mismos acusadores y jueces, condenando sin compasión a quienes no piensen igual, destruyéndolos o matándolos.
Algunos movimientos como los neonazis y el Ku Kux Klan (KKK) que no soportan a razas diferentes a la blanca, aquellos fundamentalistas católicos, apocalípticos y milenaristas obsesionados con el fin del mundo y el advenimiento del anticristo. Los Veganos a ultranza que hacen de su dieta una religión, condenando a quienes no comen carne. Los Macrobióticos fanáticos que sienten repugnancia por los que ingieren alimentos provenientes de restaurantes populares.
En fin, el fanatismo es un grave pecado que comete atrocidades sin medir consecuencias, no solo por el daño que le hacen a mucha gente, sino por ellos mismos se condenan puesto que según el cristianismo, todo aquel que muera sin antes arrepentirse no tendrá la salvación eterna.
En un mundo diverso y altamente comunicado se hace muy difícil la unanimidad de ideas. El ser humano ha encontrado diversas formas de expresarse y vivir, ahí radica la tolerancia, el entendimiento y respeto por las ideas ajenas a las nuestras, no obstante que en el libre albedrio que Dios nos ha dado, es valido tener nuestras propias creencias pero no imponerlas a la fuerza a los demás porque eso sí es fanatismo.