Instalación del Congreso y de las expectativas | El Nuevo Siglo
Lunes, 25 de Julio de 2022

La instalación del Congreso de la República el 20 de julio marcó el inicio de lo que se espera sea una época de cambios en diferentes materias y sectores del Estado, la economía y la sociedad.

Esta esperanza de una mayoría de ciudadanos -me incluyo-, expresa de distintas maneras las demandas por la efectividad del Estado Social de Derecho y de construir una paz integral. Tal giro progresista en la agenda pública es ambicioso plan. Sin embargo, en esta ocasión, se cuenta con mejores condiciones de partida como un importante consenso sobre su conveniencia y amplia bancada y coalición de gobierno en el parlamento. Así como, respaldo internacional al gobierno Petro-Francia, próximo a iniciarse. De allí que las expectativas sean altas; y por ello la atención sobre la sesión de instalación.

Dicha sesión correspondió con el discurso final del presidente Iván Duque al Congreso en pleno. Lo cual, dado el cambio con el gobierno entrante, tiene la connotación de ser un discurso con el que se cierra una época. La cual, se caracterizó por la exacerbación del poder presidencial frente a un legislativo que calló y se desentendió; amparado en la distancia de las sesiones virtuales por la pandemia del covid-19. Pese al reclamo de la oposición y de un sector de la opinión. Y de las protestas de la gente en las calles. Además, el presidente contó con el poder excepcional para legislar al amparo de la emergencia Expidió más de 180 decretos en distintas materias, como económica, contratación, salud, y limitación de derechos por medidas de distanciamiento social.

Pero, el Congreso al que en esta ocasión se dirigió el presidente, así como las circunstancias políticas, habían cambiado sustancialmente. Pese a que un buen número de sus antiguos aliados, reelegidos, le correspondían con cortos aplausos. Y que su gabinete hacía de coro. Por eso, en esta sesión, cada detalle contó como simbólico y político. El vestido para resaltar la diversidad. Las fotografías de líderes asesinados como denuncia y memoria. La alusión a los invitados para exaltar la institucionalidad. Y el abucheo de la bancada que fue de oposición a algunos apartes del discurso presidencial. El cual, -falla democrática- no permaneció en el recinto para escuchar la réplica de la oposición.

Y es que el gran poder del ejecutivo frente al legislativo es una de las características del constitucionalismo colombiano. La lucha por lograr balance entre estos dos poderes ha sido histórica. La constitución de 1886 erigió una figura presidencial que en su momento algunos catalogaron como “monarquía electiva” y prohibió al Congreso dar voto de aplauso o censura a actos oficiales. Y la Constitución de 1991, buscando recuperar poder para el Congreso y atenuar el del presidente, modificó dicha prohibición e introdujo la moción de censura a los ministros y otros altos funcionarios.

De manera que, las muestras de desaprobación en el parlamento hacia el gobierno hacen parte del régimen político instaurado en el 91. Pero, a lo largo de los gobiernos del siglo XXI se fue perdiendo el poco balance alcanzado. Así, la instalación del nuevo Congreso, también significa el inicio de un periodo para recuperar la senda del equilibrio de poderes y de su colaboración armónica a partir del interés colectivo.

@Fer_GuzmanR