ARRECIFES
Mentiras nada piadosas
LA semana pasada se adelantó en el Congreso de la República un gran debate sobre los falsos testigos en Colombia. El problema que surgió, creció y se consolidó a partir de la desmovilización de algunos grupos paramilitares en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, ha tomado tales proporciones que ya se habla de carteles de falsos testigos y se anuncia la presentación de un proyecto de ley para combatir el fenómeno. Como si no fuera suficiente que el falso testimonio tenga hoy una pena de 6 a 12 años de prisión. Es un delito que da hasta para extradición.
Sostengo que el problema de los falsos testigos, más que un atentado contra la administración de justicia, como lo define la ley penal, es un tema de la administración de justicia. Mientras algunos jueces y fiscales sigan patrocinándolos, por no ejercer sus deberes a cabalidad, el asunto será indisoluble. O mientras los jueces tengan raseros diferentes para evaluar a los mismos testigos, dependiendo de la importancia o fama del acusado, tampoco habrá solución.
Pero más allá de esos puntos específicos, también la sociedad tiene una gran responsabilidad en el problema. Y sobre todo la tienen quienes ejercen alguna vocería dentro de la misma, para no enseñarles a sus correligionarios a mentir descaradamente, según les sea o no conveniente.
Álvaro Uribe tal vez sea el personaje público que más se queja de que sus contradictores se la pasan buscándole falsos testigos para comprometerlo en cuanta cosa pasa o ha pasado en el país y sus alrededores. Pero, a su vez, él es probablemente el dirigente que más usa la mentira como argumento político en contra de sus contradictores. Y ese mal ejemplo, cunde entre sus numerosos seguidores.
La semana pasada ocurrió un hecho histórico, casi 12 años después de haberle pedido a los congresistas que mientras no estén en la cárcel vayan votando sus proyectos, el senador Uribe en trino dirigido a RCN-Radio reconoció que había sido “una ligereza en el lenguaje al pedir que votaran por unas leyes justas”, aunque no reconoció la inmoralidad intrínseca de semejante afirmación.
Pero las demás “ligerezas” nunca las ha rectificado. La Corte Suprema aún espera que rectifique cuando la acusó de “hacerle el juego al terrorismo agónico” o todos los periodistas y políticos a quienes llamó “terroristas o guerrilleros de civil”. Ahora acaba de reclamarle agradecimiento a Daniel Coronell por no haberlo extraditado, lo que claramente es una afirmación mentirosa.
Por muy discrecional que sea la extradición en Colombia. Nunca se ha sabido que en el Ministerio de Justicia o en la Corte Suprema haya habido una solicitud de extradición del señor Coronell. Y si ello es así, es imposible que un Presidente haya estado en posibilidad de extraditarlo.
El país espera que sus dirigentes se defiendan de las acusaciones o de las sindicaciones con grandeza. Que no olviden que son eso, dirigentes: personas que dirigen. Porque si una acusación es falsa, la forma de defenderse no es dando el mal ejemplo de inventarse otra falsedad. No hagan a otro lo que no quieren que les hagan a Uds.
@Quinternatte