Uldaricadas
El anuncio que el viceministro de Transporte hizo acerca de la eventual emisión de un decreto reglamentario de la actividad de transporte que se presta a través de la plataforma tecnológica llamada “Uber”ha originado la automática amenaza de los taxistas sobre la realización de un bloqueo a Bogotá, tal como el que hicieron en agosto de 2001 contra el alcalde Antanas Mockus.
Las amenazas de los taxistas deberían ser tomadas en serio. Ellos y los demás transportadores públicos están acostumbrados, y no solo en Bogotá, a hacer lo que la real gana les dé, sin respeto alguno por los ciudadanos y, menos aún, por sus usuarios.
Como si se tratara (¿) de organizaciones mafiosas, los empresarios del transporte de pasajeros en buses, busetas o taxis, siempre han tenido nombres míticos que se pronuncian con el mismo tonito que el de cualquier patrón de esos acerca de los cuales se hacen seriados de televisión. Don Julio César o Don Uldarico, son dos botones de muestra.
La evidente mejoría en el servicio de transporte público individualizado que significa la llegada de “Uber”, les ha hecho sentir pasos de animal grande a esos dueños del transporte en Bogotá. Se trata de un negocio que estaría fuera de sus garras. Cómo van a soportar que se les ponga competencia a sus negocios de cupos, de afiliaciones, de explotación infrahumana de conductores y de absoluta falta de responsabilidad en todos los problemas de movilidad, infracciones y hasta delitos cometidos por sus choferes, siempre explotados, pero nunca empleados.
En el colmo del cinismo, los taxistas que dan la cara y amenazan con el bloqueo, pretenden hacernos creer que les preocupa lo caro de los servicios que se prestan a través de Uber. Ellos, que lo último que les importa son los usuarios, ahora de pronto se interesan por nosotros. No lo hacen cuando un pasajero los para en la calle y le niegan el servicio por no ir en la única dirección en la que ellos deciden ir. O cuando hacen contravías descaradas, o se estacionan en cualquier lugar sin respeto alguno por la movilidad o se hacen los de la vista gorda con sus compañeros “paseadores”y extraditables o le hacen gavilla a cualquiera que tenga la desgracia de estrellarse con o por ellos.
El avance de Tappsi, Uber y otras aplicaciones, es simple y llana consecuencia natural de los avances tecnológicos. Cualquiera con un teléfono inteligente y un carro disponible tiene una red de clientes a su disposición. Es curioso, pero a las empresas de taxis les estápasando exactamente lo que a las “casas de citas”: La popularización del celular, las volvióobsoletas.
El Gobierno debería, por ahora, no inmiscuirse en el tema Uber. Pero tampoco puede permitir que la Policía de Tránsito se use para defender los intereses de don Uldarico y sus amigotes acosando cualquier vehículo de placas blancas. En este caso, más que en ningún otro, el Gobierno nacional puede poner en práctica su lema de la tercera vía: el mercado hasta donde sea posible, el Estado hasta donde sea necesario.
@Quinternatte