Empresas de prensa
Dentro de los valores que caracterizan un sistema político como democrático, uno de los más fundamentales es el de la libertad de prensa. Y dentro de la prensa uno de los elementos que más incide en su libertad es el de su independencia económica.
De todas las crisis económicas que han azotado a los medios de comunicación, siempre la más golpeada ha sido la prensa escrita e impresa. Las noticias de periódicos y revistas, incluso de tradición centenaria, que deben cerrarse por física quiebra, son cada vez más comunes
Son realmente pocos los periódicos y revistas que sobreviven autónoma e independientemente de la pura venta de ejemplares y de publicidad. Algunos se han convertido en emporios multimedia y otros simplemente han sido adquiridos por consorcios económicos para los cuales son solo otro negocio más en su portafolio empresarial.
El panorama para la democracia y para uno de sus soportes, la libertad de prensa, es cada vez peor. La conversión de los periódicos y revistas en simples empresas comerciales es una grave afectación a las libertades ciudadanas de las que se supone la prensa es su celosa guardiana.
Recientes ejemplos nacionales muestran que la conjugación de intereses comerciales con propiedades de medios es siempre inconveniente para la democracia. Es obvio que todo comerciante siempre resolverá la tensión entre libertad de empresa y negocios a favor de éstos. A menos que la prensa le signifique un mejor negocio. Para hombres de negocios la prensa libre solo tiene valor en la medida de su precio.
Óscar Montes, editor general de El Heraldo de Barranquilla, renunció al periódico cuando le resultó imposible soportar la presión de los dueños del medio. El cubrimiento periodístico de un tema de la mayor importancia para el futuro de la ciudad, la toma de la Cámara de Comercio por oscuros intereses representados por “gente divinamente”, generó enfrentamiento con los dueños. Éstos pretenden favorecer a quienes el cubrimiento objetivo de los hechos no dejaba bien parados. Y como en este caso la objetividad no iba con los negocios, pues hubo de irse el que solo velaba por aquella pero no es parte de éstos.
Pero si por Barranquilla llueve, por Bogotá no escampa. El Tiempo, que ahora es empresa del conglomerado financiero más grande del país, nos ha sorprendido con un editorial donde toma partido a favor de quienes mediante “abogados sofisticados” se están apropiando de los baldíos adjudicados a los campesinos. Sin esconder que su dueño es uno de los mayores propietarios de tierras en la altillanura, el periódico establece que su política editorial es la de respaldar las legalizaciones a posteriori de todos los “negocios” ocurridos hasta la fecha, mientras en las páginas informativas se estigmatizan las zonas de reserva campesina y se condena cualquier acercamiento en el tema agrario durante las conversaciones de paz.
Y para que no quede ninguna duda de cuál va a ser la posición oficial, ahora se revela que uno de los asesores más cercanos del dueño del periódico será consultor del Gobierno para el tema de los baldíos.
Después dirán que los infiltrados son los del Catatumbo.
@Quinternatte