Hugo Quintero Bernate | El Nuevo Siglo
Martes, 21 de Abril de 2015

ARRECIFES

Halcones, palomas y borregos

La  masacre perpetrada por las Farc en la vereda La Esperanza del municipio de Buenos Aires (Cauca) ha vuelto a sacar la extraña idiosincrasia nacional, resumida más o menos en la paradoja de que la gente protesta porque matan soldados en plenas conversaciones de paz, y ellos prefieren que los maten en medio de la guerra.

Esa tesis proviene de los mismos creadores del famosísimo “cójanlo, cójanlo”que grita la masa detrás del ladrón que a continuación cambian por el “suéltenlo, suéltenlo”, cuando esa misma turba convierte aen que se convierte s mismos creadores del famosnes ás deàal delincuente en “un pobrecito ladrón”y al policía que lo atrapóen un desalmado victimario.

Esos mismos, azuzados desde twitter por un expresidente que falsea fotografías de soldados extranjeros llorando en guerras ajenas, son los que protestan airados contra el Gobierno Nacional. No lo hacen contra las Farc, tal vez porque parecen aliadas de su mesías para armarle esa cortina de sangre que terminóencubriendo en los medios la vergonzosa condena de dos de sus ministros y su primer Secretario General de la Presidencia por haberle comprado a una parlamentaria su reelección.

Desde sus cómodos escritorios en los clubes citadinos aprietan las teclas de sus “smart phone”en ráfaga para disparar trinos contra el Presidente, el Gobierno, el Ministro de Defensa o la Fuerza Aérea para exigir que se haga la guerra, no la paz. Están “indignados”por la muerte de “los soldaditos”, porque asíes como los llaman, pero son los primeros que saldrán corriendo para sus cómodos apartamentos de Miami o Madrid, comprados con el duro trabajo de patinar contratos con el Estado.

Carroñeros para los cuales la guerra es un buen negocio comercial o político. Les da igual la muerte de los soldados profesionales, lo que les importa son los réditos políticos que pueden lograr o los buenos negocios que podrán hacer en medio de un país en guerra. Igual despliegan sus alas y se posan sobre el ataúd de un soldado en El Carmen de Bolívar, que se quitan airados una paloma blanca de la solapa o se cambian ese nombre por el de halcona, para proponer que dividamos el país entre nosotros los indios y ellos, blancos y puros.

Entre tanto, las Farc que son el verdadero enemigo de todos, hasta de ellos mismos, celebran no solo su crimen, sino cómo han sido capaces de volver a engañar al país, al Gobierno y hasta al Ejército Nacional, haciéndonos creer que su promesa de cese unilateral del fuego era real y no una excusa para caerle a mansalva y sobreseguro a una patrulla de soldados profesionales cansados de la guerra y confiados en las promesas de paz de la guerrilla.

Guerreristas de todos los pelambres, de la izquierda y de la derecha, celebran la masacre y se frotan las manos. Los unos, porque en su delirio creen en la “agudización de las contradicciones”que los conduciráa la abolición de la odiada propiedad privada; y los otros, porque cada litro de sangre ajena es una oportunidad de negocios propios. Y nosotros, borregos de siempre, dejándonos llevar al abismo.

@Quinternatte