Mi candidatura al Senado de la República
Hoy, en rueda de prensa que se llevará a cabo en la sede de la Sociedad Económica de Amigos del País, presentaré a las y los colombianos mi candidatura al Senado de la República. Será un acto simple, sencillo, en el que leeré una declaración política y responderé las preguntas de los periodistas.
Es una decisión que pensé a lo largo de varios meses. Muchos amigos me la propusieron. La consulté con la familia, la comenté con copartidarios, colaboradores y relacionados, la plantee ante diferentes personas e instancias políticas y sociales, la expliqué a los jefes naturales y a las directivas del Partido Liberal, con el objeto de tener elementos de juicio serios, apropiados, realistas, que me permitieran una determinación conveniente y responsable. Estoy seguro de que la asumida es la que me corresponde desarrollar en la actual etapa de mi vida.
No es un acto de vanidad personal. Ya superé la época del envanecimiento y las ostentaciones. De por sí he sido siempre sencillo, más humilde que altanero, ni pedante ni arrogante, como lo saben quienes me conocen y conmigo han tenido trato cercano.
Tampoco es una actitud individual buscando una credencial política que en estos momentos no tendría ninguna significancia personal, dado que la conseguí por varios lustros en democráticas y esforzadas contiendas electorales a las que me presenté sin recursos económicos, sin abolengos y sin padrinazgos, solo asistido de voluntad y buenas razones. El país no sabe o no recuerda que soy uno de los pocos colombianos que ha renunciado a su curul a escasos dos meses de haber comenzado a ejercer un nuevo período en el Senado, con el propósito de buscar un escaño en la Asamblea Nacional Constituyente. “Está loco”, me dijeron algunos.
He cumplido una ardua y larga labor política. Si hacemos cuenta desde cuando abandoné la rama judicial, han transcurrido 44 años. Creo ser el único colombiano vivo que ha desempeñado todas las responsabilidades públicas, desde las más sencillas hasta las más altas, en las tres ramas del poder público, con excepción de la Presidencia de la República. Tengo la edad en la que se justifica la tranquilidad, la meditación y el descanso. Pero sabiendo que puedo ser útil considero mi deber seguir en la batalla democrática.
Me entusiasma participar en un Congreso que será constituyente para lograr la paz por la que he luchado cuatro décadas; quiero participar con quienes ya lo hacen, y con otras personas de pensamiento liberal que no están en sus filas, en la recuperación del Partido; me compromete representar en la política una línea social, justiciera, equitativa, incluyente, participativa; anhelo contribuir al mejoramiento de las costumbres políticas y a exaltar la importancia y respetabilidad del Parlamento colombiano.
Quiero seguir estando a las órdenes de las mejores causas del país y de los colombianos. Solo me asisten buenos propósitos. Por eso me siento contento, orgulloso, motivado, de someter mi nombre de nuevo al escrutinio de mis conciudadanos.