Horacio Gómez Aristizábal | El Nuevo Siglo
Sábado, 14 de Mayo de 2016

Los perjuros como testigos

 

SEGÚN eminentes tratadistas de procedimiento penal, los testigos son los ojos y los oídos de la justicia. Todos los que administran justicia se valen de los testigos para tomar decisiones jurídicas. Desafortunadamente el “hombre como testigo” es muy vulnerable. En lo físico puede adolecer de limitaciones visuales y auditivas. En lo moral influye lo afectivo, lo pasional, el interés, la predisposición por razones políticas, religiosas, étnicas, sociales, geográficas. Son infinitos los factores que influyen. Por la causa se puede hablar de posibles confabulaciones, falsas interpretaciones, ilusiones, mitomanías.

 

En cuanto a la capacidad para declarar hay que pensar en el caso de los niños. Incurren en mentiras sugeridas. La sugestionabilidad. La mentira patológica es frecuente por deficiencias mentales. Los ancianos. Sufren algunos de anomalías en los órganos de sus sentidos. Debilidad de la memoria.

 

La disposición afectiva es clave. Las pasiones. El amor, el odio, la venganza, la vanidad, la conveniencia, la simpatía, la antipatía. El espíritu de solidaridad, la consanguinidad, los nexos civiles, cívicos, El espíritu de secta, de partido, la rivalidad, la animosidad de partido. Los alienados.

 

En Colombia abundan los delirantes, los comprados, los fanáticos, los mercenarios, los pasionales, los deficientes mentales, los sicópatas, los frustrados, los resentidos, los amargados, los envidiosos, los acomplejados.

Dupré expresa que el desequilibrado mental jamás puede suscitar incredibilidad, pues la enfermedad que padece lo hace inepto para decir la verdad. En la inmensa mayoría de los países europeos se prohíbe oír en declaración a los anómalos, los perturbados men­tales, a los paranoicos, a los esquizofrénicos.

 

Y pensar que Nuestra Corte y la Fiscalía no discrimina. En libros serios y documentados se citan casos concretos en que la justicia colombiana ha encarcelado y ha iniciado procesos contra grandes personali­dades con base en disertaciones de resentidos o deponentes interesados en mentir para lograr beneficios de los operadores judiciales, como son la rebaja de la pena y que se le señale la casa por cárcel.

 

Los mismos condenados por perjurios, falsedades o alteraciones procesales no solo los han oído, sino que les han dado crédito. En mi libro El cartel de los testigos falsos. Errores judiciales de las altas Cortes propongo tres tesis importantísimas. a). No oír en los procesos a los enfermos mentales; b). Rechazar la prueba suministrada por un declarante condenado por perjurio y c). Jamás condenar con base en el único dicho de un declarante terrorista. Solo puede ser atendible si concurren pruebas corroborantes, confirmantes, o pruebas de control. En Alemania se repite: "Testimonio de uno, testimonio de ninguno”

 

Montesquieu sostuvo: "La injusticia cometida contra uno solo es una amenaza contra todos”. Y La Bruyere gritó: "Un culpable castigado es un ejemplo para los canallas, un inocente condenado es una preocupación para todos los hombres honrados”.

 

Lamentable es la situación de un hombre inocente al que una justicia interesada achaca un delito. Y, la universidad colombiana poco capacita al abogado para el manejo cien­tífico de la prueba.