Horacio Gómez Aristizábal | El Nuevo Siglo
Sábado, 17 de Enero de 2015

Elogio de Antioquia

 

Con asombro, nacionales y extranjeros al visitar el Departamento de Antioquia, constatan el prodigio de una raza no hecha de huesos y músculos, sino de hierro y acero. El antioqueño como Dios “Todo lo hizo de la nada”. Las selvas dominadas por fieras hambrientas, los abismos que producían pánico, los peñascos inhóspitos, los desiertos hostiles y estériles, como por arte de magia desaparecieron, ante la pujanza civilizadora de un pueblo indomable y progresista. Con velocidad increíble construyeron iglesias, universidades, fábricas, avenidas, parques, teatros, bancos y barrios hermosos y paradisíacos. Uno se pregunta perplejo: y ¿cómo, los paisas han puesto a circular miles y miles de tractomulas, camiones y locomotoras en esa topografía casi vertical e imposible de ser utilizada económicamente? Es la inteligencia creativa y la voluntad inquebrantable del hombre las que siempre superan retos y desafíos.

Antioquia nunca se cansa de contribuir, de aportar, de servir. No solo edificó el pueblo un departamento sorpresa para Colombia, sino que su gente estructuró sólidos equipos de colonizadores y fundaron a Risaralda, el Quindío, Caldas y zonas muy importantes del Tolima y Valle. Esto se logró sin carros, sin carreteras, sin neveras, sin medicinas, sin recursos económicos. Como nada tenían los colonos, todo lo tenían que inventar.

Dan ejemplo los antioqueños en aquello de adorar, respetar y defender la naturaleza. Antes de edificar, construyen jardines, huertas, y organizan bosques con árboles frondosos y fragantes. Abundan en ciudades y fincas los árboles, las plantas y las materas multicolores.

Es todo un espectáculo oír a un paisa cuando defiende todo lo que representa un árbol. Suministra frutos, alimentos, frescura, humedad. La medicina aprovecha sus raíces, jugos, ramas, hojas cortezas. Todo en el hogar se le debe al árbol. Sillas, camas, pisos, puertas, ventanas, techos, mesas. Los despojos de árboles originan los mejores abonos para la agricultura. En sus copas y follajes forman sus nidos las aves que a su vez destruyen los insectos perjudiciales.

Los centros comerciales más amplios, cómodos y modernos están en Medellín. Las entradas a estos atractivos sitios de comercio están decoradas con jardines, arbustos, flores y mil plantas.

En Antioquia, según se lee en El Colombiano, se lidera una intensa campaña para proteger a los animales. Caballos viejos abandonados, los que arrastran las zorras y sufren trato inmisericorde, los burros que trabajan en chircales, los gatos sin dueños, los bueyes de las fincas, los gallos de pelea, los toros de becerradas. Hoy se difunden en todos los medios los derechos de los animales. Algunas autoridades prohíben en varios lugares las corridas en que torturan a los toros.

Antioquia y muy especialmente Medellín es donde más se lucha contra el desempleo. En este asunto, estimulan el comercio informal. La zona denominada El Hueco es un mercado abigarrado y variadisímo. Se consigue desde una aguja hasta un avión.

El paisa es de la filosofía anglosajona: “El que no trabaja, no come”. Al niño le dicen que se nace para hacer plata honradamente. Y si no consigue plata honradamente haga plata mijo de todas maneras.