Horacio Gómez Aristizábal | El Nuevo Siglo
Sábado, 27 de Diciembre de 2014

DERECHOS Y DEBERES

Periodismo y responsabilidad

LA  prensa es como el aire, nos rodea, nos asedia, está en todas partes y casi que resulta indispensable para vivir, su facilidad arrastra a todo el mundo: niños, ancianos, cultos, ignorantes, mujeres y hombres. El libro seguramente es más perdurable, pero no ofrece la misma agilidad, comodidad, y oportunidad.

El hombre tiene dos patrimonios: un físico y otro moral. La persona humana, igual que cuida su vida, vela celosamente su patrimonio moral, la parte más sagrada de su perfil social. Es este un sentimiento común a todos los seres humanos -hombres o mujeres-, y se encuentra aun entre los pueblos más salvajes. Es natural en todos los seres humanos, el sentimiento de su dignidad que no es otra cosa que el amor a sí mismo. Igualmente es natural que en todo momento busque la estimación de la sociedad, de lo que es, para el juicio favorable. Por eso cuida de ejecutar sus actos de tal manera que reciban la aprobación general, tanto en lo que respecta a la vida privada, como pública. Si los actos en sí reprobables, quiere evitar que sean conocidos. El honor que tienen esas dos fases, propia estimación y opinión, que los demás se forman, es fuente de satisfacciones morales y de ventajas sociales y patrimoniales. Al atacarse este honor se echan por tierra todas estas ventajas a que todos tenemos derecho.

De otra parte los derechos de comunicación determinan que se puede informar y opinar con toda libertad, pero sin incurrir en excesos. La conciencia y la solidaridad, indican al periodista responsable hasta dónde puede llegar. Ningún derecho es absoluto o sin barreras. Algunas noticias en el orden público pueden ser imprudentes o inconvenientes. La intimidad de los ciudadanos es un santuario impenetrable. Quizá en los asuntos de ciertos líderes, figuras famosas o gobernantes, el problema legal es diferente. El control jurídico es necesario. Las pasiones, los odios, el afán de revancha a veces propician conflictos, escándalos y reacciones explicables. Donde hay abuso o mala fe debe haber castigo. La impunidad envalentona al infractor. Con las sanciones no se acaban los infractores, pero se disminuyen.

Todo lo que vale en la vida ha sido mortificado. Las sociedades como los ríos, si no se encauzan, se desbordan, destrozan, arrasan. Al tren lo aseguran a los rieles. Todas sus piezas van sujetas, obligadas. No hay un solo objeto de nuestro uso, que no haya sido mortificado al pasar la materia por la sierra, el fuego, el martillo o el cincel. La libertad del periodista no es total. Lo único absoluto es la relatividad de todo. La libertad de prensa tiene varias restricciones: la responsabilidad, la oportunidad, la solidaridad social y la conciencia o el sentido moral.

El Art. 15 de la C.N. es tajante al exigirle responsabilidad al periodista. La prensa amarilla busca más lo sensacional que lo veraz. El buen periodista en cierta forma es un educador.