Colombia y Paraguay
En política, en la vida y en todo, es mejor ser locomotora que arrastra y no un vagón que es conducido. La República de Paraguay, gracias a la energía de su población ha sabido mantenerse a la vanguardia en el continente americano. Ha tenido luchas difíciles. Pero como el ave fénix, resurge pujante en medio de la adversidad.
Pocas historias de tanta hermandad, como la existente entre Paraguay Colombia. En el triunfo y el infortunio nos hemos mantenido solidarios, firmes y combatientes. Ni el paraguayo, ni el colombiano le temen a la competencia. Solo le temen a no ser competentes. Donde surgen aparentes dificultades, solo ven desafíos.
Ha sido dinámica, fructífera y de gran altura la misión que cumple el catedrático Ricardo Scavone como Embajador del Paraguay ante Colombia. Entre sus muchos propósitos se destaca el interés por la solidaridad latinoamericana. El doctor Ricardo Scavone pertenece al mundo de la academia y del humanismo. Es un investigador de tiempo completo. Ha elaborado estudios, publicado obras y es miembro de numerosas academias. Hace parte de la Academia Colombiana de Historia. Ya nos ha acompañado en algunas de nuestras sesiones. La historia, en esta época de la globalización, es fundamental como aglutinante del concepto de nacionalidad. Los latinos estamos en el deber moral y político de mantener la “unidad dentro de la diversidad.
La homogeneidad cívica siempre ha sido difícil. Elementos y episodios, cuestiones ideológicas, geográficas e históricas con frecuencia nos distancian y hasta nos convierten en rivales. No hemos asimilado el cautivante ejemplo de Europa. El viejo mundo ha vivido sangrientos conflictos, cuestiones étnicas, religiosas, económicas y de todo orden los han distanciado. Francia decía que no podía dormir tranquila con las ambiciones expansionistas de Alemania. Que el francés tenía que acostarse con los ojos abiertos, para no sufrir sorpresas. Y a pesar de todo -idiomas diversos, antagonismos religiosos, odios ancestrales- se conformó la unidad europea.
En América Latina hablamos la misma lengua, profesamos igual cristianismo, nos unimos férreamente frente a España y, sin embargo, la solidaridad es precaria. Los latinoamericanos, nos unimos o nos hundimos. Reino unido, reino poderoso y fuerte. Reino anarquizado está llamado al fracaso y la frustración.
En un artículo ensayístico sobre los paraguayos comentaba: El paraguayo es tropero desde el principio hasta el fin. Se desvela veinticinco de las veinticuatro horas del día. No espera el milagro, lo hace.
En Paraguay lo agrícola domina la estructura económica.
La familia, como unidad fuertemente cohesionada, cumple un papel decisivo. El Estado, descansa más sobre la idea de la familia, que sobre la idea del individuo. Napoleón repetía, “Dadme una familia unida y os daré un país fuerte y poderoso”.
El aristócrata, el que desprecia el trabajo corporal porque descalifica socialmente, no se instaló en Paraguay.