HORACIO GÓMEZ ARISTIZÁBAL | El Nuevo Siglo
Domingo, 22 de Diciembre de 2013

Para redimir el sur de Bogotá

 

No siempre es verdad la sentencia del presidente Felipe González “La tragedia del mundo consiste en que los ricos saben hacer dinero, pero no lo saben repartir, y los pobres saben repartir la torta de la riqueza, pero no la saben hacer”. Son muchos y muy significativos los ejemplos de prósperos  empresarios que con impresionante espíritu cristiano comparten buena parte de sus abundantes recursos con los pobres, los miserables, los marginados, los excluidos, los olvidados de siempre. Rechazo la teoría según la cual lo que “Da la mano derecha, debe ignorarlo la izquierda”, pues los gestos dadivosos, el desprendimiento, la generosidad deben difundirse a los cuatro vientos para que otros sigan estos comportamientos redentores. Lo bueno, lo óptimo, lo excelso debe contagiar a la comunidad.

Según los brillantes ejecutivos hermanos Gloria Luz y Carlos Gutiérrez, los pudientes del mundo, los que han sido protegidos en forma excepcional por Dios, deben devolver a sus semejantes, buena parte de lo que disfrutan. ¿Quieres incrementar tu fortuna? Que los desposeídos accedan a ella.

Al que da a los hambrientos, Dios le multiplica los bienes en forma prodigiosa. En el sur de Bogotá, en el Barrio Ricaurte, funcionan varias fundaciones financiadas por Gloria Luz y su hermano Carlos Gutiérrez. La institución principal llama Corporación Social Servimos y tiene cerca de 30 años de existencia. Educa gratuitamente a 300  niños y niñas en el más lamentable estado de miseria. Otra función maravillosa de este grupo humanitario consiste en darles alojamiento a pordioseros, mendigos y gentes que deambulan por la capital sin tener donde dormir. Suministran alojamiento decoroso, baños, comida, campos de deporte y otros servicios maravillosos.

Más de 200.000 seres humanos han sido beneficiados por esta organización altruista. Diplomáticos de la Embajada Británica -la esclarecida matrona, doña Bárbara-, esposas de empresarios, altos funcionarios de varias misiones diplomáticas y el suscrito, tuvimos la oportunidad de participar en la entrega de regalos de Navidad para todos y cada uno de las niñas y niños que estudian en estas aulas, con motivo de las fiestas decembrinas. Impacta profundamente el liderazgo de Gloria Luz Gutiérrez. Oírla es magnífico. Más que cosas usadas o inservibles, a los pobres hay que darles amor, educación, calidad de vida, derechos, herramientas de trabajo. Mejor que el asistencialismo y el paternalismo es desarrollar la inteligencia de los marginados para que produzcan y sean útiles a sus familias y a la sociedad. Muchos adultos capacitados, que hoy rinden admirablemente en lo moral y material, fueron antes niños que se formaron en estas aulas. El que no educa a un niño, más tarde o más temprano castigara a un criminal. Cada escuela que surge es una cárcel que se cierra.

El personal que administra esta corporación, los docentes y todos los que en una u otra forma cooperan, merecen todos los aplausos y más que felicitaciones, debemos imitarlos. No es suficiente abrazar a los altruistas. Lo grandioso es imitarlos, convertir su lucha en norma de vida. La codicia llena el baúl de oro, el cuerpo de úlceras y la conciencia de remordimientos. San Francisco de Asís repetía: “No tengo más que lo que he dado”. Un turista millonario, al ver en Nueva Delhi, India, en un hospital, lavando la llaga de un pordiosero dijo; yo no haría eso por ningún dinero. Y Teresa comentó. Yo por amor a Dios sí lo hago.