HORACIO GÓMEZ ARISTIZÁBAL | El Nuevo Siglo
Domingo, 4 de Agosto de 2013

Calumnia a Laureano Gómez

 

Los  grandes historiadores lo repiten. El primer deber moral y científico de un investigador académico es ser imparcial. Ciertos grupos y personas de la Universidad Nacional se han caracterizado por su apasionamiento político.

La animadversión por unas ideas o unos hombres explica el enfoque banderizo de temas tan complejos como el de la violencia política. Primer error gravísimo de la mal llamada Memoria Histórica: ‘descontextualizar la historia’. No solo en la historia, en la vida y en todo no existe efecto sin causa. Hubo más de veinte causas desencadenantes de la violencia. Citemos algunas de gran fuerza sociológica. En los años 30 y 46, partidos minoritarios suben al Ejecutivo, pero el mayoritario mantiene el control en el Congreso y en los pueblos. Esto origina confrontación violenta, los unos por recuperar lo perdido y los otros por consolidarse. Los huérfanos de la violencia liberal de los años treinta tienen entre 18 y 22 años en los cuarenta y hacen ajustes de cuentas en las provincias.

El 9 de abril de 1948, el liberalismo en ‘estado de ira e intenso dolor’ por la creencia errónea de que a Gaitán lo había asesinado el conservatismo masacra directorios azules -Caicedonia, Sevilla etc.-. Eliseo Velásquez, excarcelado por una brillante defensa de Gaitán, con Guadalupe Salcedo y otros organiza la guerrilla contra el Gobierno de Mariano Ospina Pérez. La policía bogotana se sublevó contra Ospina, originando otra policía contestataria, la chulavita. Muchos exagentes se vuelven guerrilleros.

La Novena Conferencia Panamericana, -estaba al rojo vivo la pelea Washington-Moscú- planea combatir la izquierda, encontrándose en Bogotá jefes de izquierda de Venezuela, Bolivia y Guatemala. Éstos impulsaron la feroz anarquía y la persecución a la Iglesia Católica y a los conservadores.

El doctor Carlos Lleras Restrepo, como presidente de la Dirección Liberal ayuda financiera, política y militarmente a los guerrilleros. Les prohíbe a los liberales saludar a los conservadores.

Ante la propuesta liberal al presidente Ospina Pérez de abandonar el poder, este gran prócer con serenidad y firmeza expresa: “Para la democracia colombiana vale más un Presidente muerto que un Presidente Fugitivo”. Sobre este tema tengo un libro titulado El tormentoso Laureano Gómez, con varias ediciones agotadas. Allí explico lo que sigue: En la época del Frente Nacional repitió Laureano Gómez: “Todos, liberales y conservadores nos equivocamos al defender con ciego fanatismo a los partidos. Es preferible insistir en lo que une, que en lo que divide”. Liberales como Carlos Arango Vélez, Enrique Caballero Escobar y otros prohombres han defendido con solidez a Laureano Gómez. La historia cercenada se vuelve un panfleto.