Ni encarcelar, ni maltratar niños
Mundialmente se lucha por la defensa de los derechos del niño y del adolescente. Causan alarma los permanentes abusos contra los menores. Se rechaza la propiedad despótica del hijo, con derecho a venderlo, a sacrificarlo, hasta la patria potestad y el derecho de corregir, la humanidad se ha ensañado con sus descendientes en forma injusta e inaceptable.
El problema del maltrato y la victimización de menores no es nuevo. En todas las épocas y en todos los países han sido objeto de tratos ilegítimos y, lo que es más grave, con absoluta impunidad para los agresores.
Se reconocen básicamente dos formas de maltrato con consecuencias físicas: una activa, caracterizada por golpes y agresión corporal, y otra pasiva en la que se omiten cuidados esenciales para la salud del menor. Así resultan dos síndromes, uno del niño golpeado y otro del niño abandonado.
La lesión emocional o física no accidental producida a un sujeto menor de 18 años por su pariente que esté encargado de su cuidado, por lo general constituye un acto de abuso.
Indignan de todas maneras las golpizas inmotivadas y sin control a menores, por muchas razones, especialmente por la indefensión en que se encuentran y la incapacidad para acudir ante terceros para que se les proteja.
Nada explica la crueldad contra el menor. Este maltrato se origina en una supuesta severidad distorsionada o en el caso de padres alcohólicos o con defectos mentales y psíquicos. No faltan los adultos o las autoridades que interpretan en forma inadecuada normas o reglamentos.
La crueldad que más ofende es la oficial o la organizada, aquella que se comete mecánicamente por ignorancia, por insensibilidad o por omisión en la forma de falta de legislación o de incumplimiento de reglamentos.
El maltrato de los niños no es un problema aislado. Está conectado con la miseria, el desempleo y el carácter neurótico de los mayores. Existen también los ricos golpeadores, quienes por tener recursos económicos, acuden a clínicas privadas, donde con facilidad ocultan o disimulan su comportamiento ilegal.
Muchas estadísticas informan que el 70 por ciento de los mayores golpeadores, son gentes económicamente miserables.
No faltan los menores violentos, agresivos y de comportamiento difícil de manejar. Esta situación tampoco autoriza la respuesta altanera. Es ilógico apagar incendios con gasolina. Si contestamos al odio, con el odio, ¿cuándo se acabará el odio?
Bienestar Familiar trabaja con gran eficacia en la protección del menor, pero sus recursos financieros son insuficientes. La importancia de un país se mide por la ayuda que presta a los sectores más vulnerables. Sobran leyes vigentes en favor de los niños. Pero como de costumbre, “se obedece, pero no se cumple”, El populismo legislativo es exagerado. Necesitamos más acción y menos promesas. Este tema es explosivo. La víctima de hoy será el criminal de mañana. La agresión que hoy se padece, mañana la devuelve el menor contra la sociedad que lo trató en forma tan despiadada.