El Museo Santanderista
Las academias, en cualquier lugar del mundo, son el centro cerebral de la comunidad y su foco culminante. Las academias, recintos del saber, tienen fines morales de gran trascendencia, como el relacionado con la conservación de la tradición -banco de valores morales de un pueblo- y entregar todo este acervo enriquecido y enaltecido a las nuevas generaciones.
Durante 30 años Cecilia Fernández de Pallini, fundadora y directora de la Sociedad Académica Santanderista la ha convertido en un poderoso motor cultural, con irradiación en el exterior y en varias capitales colombianas al promover el nombre esclarecido de la figura más importante de Colombia, como fue Francisco de Paula Santander, creador civil de la República. Intelectuales de fama mundial han comentado que la frase de Santander: “Si las armas nos dieron la independencia, las leyes nos darán la libertad”, debería estar esculpida en mármol, -así ocurre en Colombia- a la entrada de los capitolios, o de los palacios de justicia. Cecilia repite que una Academia no puede dar la idea de que todo es tranquilo y reposado; no, una Academia debe ser como un motor enérgico que genera actividad o un corazón que genera vida y poder.
Al renunciar la señora Cecilia Fernández de Pallini de la presidencia, la sucedió el humanista Eduardo Durán. La alta intelectualidad de Bogotá estuvo presente en la posesión de la nueva junta directiva y al rendírsele culto de admiración y reconocimiento a la presidenta saliente, se le designó como “Presidenta Vitalicia Honoraria”. Se pronunciaron tres discursos maravillosos de Pablo Gómez, Eduardo Durán y Cecilia Fernández de Pallini.
El Museo Santanderista, creado, organizado y donado a Bogotá por Cecilia Fernández de Pallini, prueba en forma impresionante la generosidad cívica y el hondo amor por Colombia por parte de esta dama ejemplar. Además, se trata de una figura en el campo del humanismo por sus libros, sus conferencias, sus escritos, sus investigaciones y su formidable actuación en el campo de las letras.
Los nuevos directivos de esta institución prestigiosa sabemos que la carga es dura y pesada por eso mismo tenemos que fortalecer la voluntad para incrementar cada día el buen nombre de este centro cultural. La antorcha que recibimos la haremos brillar con nuevos y maravillosos resplandores.
Las academias aprenden con voracidad todo lo que pueden y con fervor entregan a la comunidad todo lo que saben. La Sociedad Santanderista ha puesto en circulación multitud de libros escritos por académicos destacados, se organizan foros; valores consagrados dictan charlas y, lo que es más importante, se proyecta en nivel internacional el buen nombre de Santander. Ya en París, Madrid, Egipto, Centroamérica y otros lugares se le han erigido estatuas y monumentos. Antonio Cacua ha escrito: “Los ´pueblos que no enaltecen a sus grandes figuras, no las merecen”.