Veinte años de La Luciérnaga
CON programas especiales, eventos y libros se inician los festejos con motivo de los 20 años de fecunda y estimulante existencia de La Luciérnaga, exitoso espacio radial transmitido por la cadena Caracol. La prestigiosa empresa radial ha puesto en circulación un libro memorable, contando el origen y la vida de los conocidos periodistas autores de este programa tan anclado en el alma popular de todos los colombianos.
La introducción del volumen la hace el veterano profesional de la radio Hernán Peláez y el texto fue redactado por el consagrado estilista Héctor Rincón. Un país puede vivir sin salud, sin educación, sin vías de comunicación, vivirá mal, pero vivirá. Pero sin humor, sin ganas de vivir, sin pasión por la vida, no podrá vivir jamás. La vida sin humor, no vale la pena ser vivida. La diferencia entre un neurótico y un loco consiste en que el loco sabe que dos y dos son 5; en cambio el histérico al constatar que dos y dos son cuatro estalla en cólera, ira y agresividad: esta ultima persona se convierte en una amenaza para la sociedad y le hace la vida imposible e insoportable a todo el mundo. Todo lo dicho en la obra es veraz, pero pienso que La Luciérnaga se creó por la imprescindible necesidad de los colombianos de reír. El humorismo, de otra parte, tiene una connotación especial. Mientras el chiste hace reír, el humor también, pero haciendo pensar. El resentido lleva el ceño fruncido, la censura amarga en los labios y el reproche destructor en el alma. Se detiene ante el pueblo oprimido y le grita “revuélvete” y ante el esposo burlado le grita “extermínela”. Ni el insulto, ni la súplica, ni la execración, ni el crimen, ni los suspiros, tienen la fuerza avasallante del humor. La gran eficacia de La Luciérnaga consiste en que siempre corrige recreando, enseña haciendo sonreír.
En la publicación son merecidamente exaltados Hernán Peláez, Gabriel de las Casas, Alexandra Montoya -felizmente retratada con su bebé- Gustavo Álvarez Gardeazábal, maestro indestronable en la narrativa, Pascual Gaviria, Pedro Antonio González -Don Jediondo, inigualable-, Nelson Polanía, Jairo Chaparro, Óscar Monsalve. Juan Ricardo Lozano -humorista y filántropo-, Alberto Piedrahita, Fabio Daza, Gabriel Chemas, Viviana Echeverry, Mario Gómez, Andrés Sánchez, Juan Carlos Machado, Orlando Rengifo, Héctor Rincón. En La Luciérnaga hizo “época”, Guillermo Díaz Salamanca, por su caudalosa versatilidad, creatividad y talento.
De los medios de comunicación, la radio sigue siendo campeona, por multitud de razones. Llega a los analfabetos, a los ciegos, a los campesinos, a los taxistas, al sector rural, a los ascensoristas, a los oficinistas.
Su cobertura es asombrosa. La radio es veloz, instantánea, incontenible. Fidel Castro decía que los gobiernos no se caen, sino que se tumban. Y que se aplastaba con fusiles. Después rectificó y expresó una y mil veces, los gobiernos se derrumban con la voz de los locutores, con la radio, con las imparables cadenas radiales. “Dadme un micrófono y haré cosas imposibles”.