En estos días tan difíciles donde en nuestro país hay una crisis que ha hecho que se debilite la credibilidad en nuestras instituciones, quiero contarles una historia personal que pertenece al día a día y que me hizo pensar en el valor de la honestidad como antídoto contra la corrupción. La tentación se presenta en el día a día y los actos de corrupción se nos ofrecen todo el tiempo, está en nuestro discernimiento, valores y ética la posibilidad de no caer en esto y de actuar de acuerdo con las normas para así no seguir en este círculo vicioso.
La semana anterior iba por carretera para Bogotá con toda mi familia en mi vehículo particular, me llamó la atención que los vehículos de gama alta e intermedia son los que mayormente detiene la Policía de Tránsito. Me detuvieron en todos los controles y tuve que escuchar una y otra vez el discurso sobre seguridad, equipo de carretera y demás, lo cual me parece correcto porque es muestra de que hay agentes que actúan responsablemente y a favor del ciudadano.
Sin embargo, en uno de esos controles me pusieron un comparendo, hoy puedo decir que después de analizar este evento, me di cuenta que por las insinuaciones de la patrullera y las presiones con frases como “yo a usted lo conozco, usted es como famoso o debe ser que le hemos puesto muchos comparendos antes” o el típico “¿entonces qué vamos a hacer?”. Quizás lo que querían era arreglar de otras maneras diferentes, pues de lo contrario imponen el comparendo sin tantas vueltas. En mi vida tengo como política el ser responsable con mis actos, porque soy de las personas que se queja constantemente de la corrupción del país, adicionalmente me debo a mis hijos y lo que yo haga será el ejemplo que ellos tomarán para su vida. Así que prefiero mil veces pagar un comparendo que aceptar un soborno.
Reconozco que da mucho coraje recibir un comparendo con la certeza que la infracción nunca existió y más aún todo el proceso de hacer un curso, alegar por una injusticia o en muchos casos terminar pagando un trámite que es bastante engorroso. Creo que esto es lo que al final genera más corrupción por la misma pereza de tener que pasar por todo esto, lo cual significa mucho tiempo, trámites, filas eternas y escuchar repetidamente “el sistema está caído o el sistema no funciona” y más cuando está por vencerse el plazo para el pago con descuento.
Soy de los que piensan que así parezca una minucia, acceder a un soborno por no pagar el comparendo es una manera de contribuir a que se sigan haciendo actos de corrupción. Desafortunadamente hay quienes acceden y al día siguiente se quejan por las noticias sobre corrupción. Creo que esto es un acto en doble vía, tanto el que pide el soborno como del que decide pagarlo. Solo pretendo generar una reflexión en quienes lean estas líneas para que se abstengan de participar en este tipo de actos de corrupción cotidiana. Es la única manera como lograremos cambiar este país.
Cuando se actúa positivamente frente a la sociedad, esta debe compensarla con actos cada vez más positivos, pero cuando se actúa de manera corrupta, irremediablemente tendremos más de lo mismo. De todos depende cambiar esta sociedad y esto hará finalmente que vivamos en un ambiente de actos benévolos y constructivos y menos actos que atenten contra la sociedad y el deber ser.