¡Pobres mujeres!
“Es humillada, pisoteada, violada, perseguida, discriminada”
LA mujer es sagrada. Hay que respetarla y amarla por sobre todas las cosas. Y aquel dicho tan lindo de que no se le golpea ni con el pétalo de una rosa debería tener vigencia perpetua y obedecimiento universal.
Pero, por desgracia, no resulta así. Es humillada, pisoteada, violada, estafada, perseguida, discriminada en lo social, laboral, político y legislativo. En todas partes siempre es minoría, pues el machismo desplazador y autoritarista la empuja casi hasta la anonimia. Todos sus logros y conquistas los ha obtenido a pulso y con enormes sacrificios y batallas. Mujeres como María Cano, por ejemplo, fueron, más que líderes de una causa admirable y necesaria, auténticas heroínas.
Los datos sobre mujeres asesinadas anualmente en Colombia son aterradores. Según Marina Gallego, coordinadora de la organización Ruta pacífica de las Mujeres, en el país son asesinadas en promedio tres al día y 1.250 al año. Los departamentos más afectados con este horroroso delito son Antioquia, Putumayo, Meta y Nariño, especialmente Pasto, su capital. Pero aquí no concluye el horror. Según datos de la Casa de la Mujer, “entre los años 2000 y 2008 fueron asesinadas 9.314 mujeres, cuya responsabilidad recae sobre actores armados y hombres que dicen amarlas”. ¿Se confirman el aforismo de que el hombre mata lo que más ama y el dicho popular de que entre el amor y el odio no hay más que un paso?
En la sola Bogotá la impunidad de los asesinatos de mujeres llega al 80%, según investigación de El Tiempo. El mismo diario aporta este dato para Medellín: “Este año han sido asesinadas 111 mujeres, es decir, 22 por ciento más que las 91 del año pasado en el mismo período, de acuerdo con el Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia (SISC)”.
A las mujeres las matan por todas partes. ¿Recuerda el lector al oficial de la policía del Tolima que descuartizó a su esposa y esparció sus fragmentos por una autopista? ¿Recuerda también las dos muchachas que, yendo con unos patrulleros, aparecieron ahogadas en el río Medellín? Madres viudas, desplazadas de los campos por la acción de paramilitares y guerrilleros deambulan con sus hijos por suburbios de pueblos y ciudades, pidiendo limosna en los semáforos, durmiendo a la intemperie y luchando con intrepidez y resignación pasmosas. Piden, buscan, rebuscan, insisten, persisten. Siempre han sido así. Sin sus hombres se crecen y por los hijos luchan como fieras hasta lograr sacarlos adelante.
Como si lo anterior fuera poco, en el aspecto sexual y reproductivo las mujeres también son victimizadas por cavernícolas arrogantes que se creen con derecho hasta de legislar sobre su cuerpo.
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