¿Se avizora un naufragio?
Si hablo de un naufragio, algunos creerán que puede ser el de los pretores después de algún crucero o viaje transoceánico para dormir plácidamente en los salones de conferencias; sin embargo, quiero hablar es de lo que decía monseñor Pedro Rodríguez con ocasión del año de la fe: "Gracias a Dios, que es tan bueno, no todo naufragio acaba en el hundimiento del barco, sino que la nave se mantiene a flote, deteriorada, ciertamente, pero puede ser remolcada a puerto y reparada para que vuelva a navegar".
En esa lucha personal, nuestra misión, no importa lo que tengamos sino lo que hagamos y debemos por eso tener la convicción de que lo importante ha de ser hacer felices a nuestra familia y de paso a nuestros amigos.
Y es que el hombre y la mujer son seres para el amor y sin él, carecen de sentido, pues al ser humano lo hace el amor y solo allí encuentra su madurez, su plenitud y su felicidad.
Esos hombre y mujeres integran una nación, ¿Qué es una nación? Un cuerpo de asociados que viven bajo una ley común y están representados por sus gobernantes. Ahora, esa ley común, que se llama Constitución, pretende ser modificada para darles gusto a siete mil personas, mientras que otros cuarenta y cuatro millones y medio seguimos como como corderos llevados al
matadero; como ovejas mudas frente a los trasquiladores.
Como decía Emmanuel-Joseph Sieyés, en el ‘Ensayo sobre los Privilegios’: “guardémonos de dejarnos seducir por esas apariencias gesticulantes y engañadoras”, pues, precisamente, en la apariencia de un buen resultado, los diálogos de Cuba se han vuelto -desde el comienzo-, un escenario de alto costo para Colombia.
Pero es preciso ver, que buscando ya su reelección, o la de alguno de sus prohijados, no se siga considerando conceder a esos pocos una serie de privilegios que no merecen. Precisamente, un antiguo aforismo dice que ‘privilegio’ es una dispensa para el que lo obtiene y un desaliento para los demás.
Sin embargo, la verdad se impone -ojalá algún día-; por eso, la batalla en contra del naufragio estará en la donación total, en ese amor sin reserva y sin condiciones, que se manifiesta en la trascendencia, que es lo más alto a lo que puede elevarse el ser humano, como lo decía Víctor Frankl.
Luchar y perdonar, para que nuestro amor sepa ahogar las ofensas. Se avecina en el proceso de paz un periodo de reconciliación. ¿Podremos poner en práctica estas enseñanzas? Lo importante ante los naufragios es saber llegar a puerto.