La corrupción debería tener límites, pero como van las cosas parece que la crisis de valores y conductas es más profunda en nuestro país de la que cualquier persona se hubiera podido imaginar. Ahora que todos los colombianos estamos observando cómo se desenvuelve el tema de nuestro país limítrofe no nos acordamos de que ellos llegaron a este estado de descomposición y dificultades gracias a que la corrupción llegó a tal extremo en distintas administraciones, que los venezolanos resolvieron votar por un hombre nuevo en política como era el expresidente Chávez que a su muerte dejó como su sucesor a Maduro.
Para cualquier desprevenido observador del caso colombiano es muy difícil entender que después de vivir de cerca lo acontecido por nuestro país hermano, en Colombia estemos viviendo lo que todos los días acontece. Y es que la corrupción ha llegado sin límites a todas las instancias de la administración pública y aún privada.
Hace algunos años la deshonestidad estaba enmarcada en círculos de las aduanas y de los agentes del tránsito. Pero ahora está en todos los niveles, en la rama ejecutiva del poder público con casos como los de Reficar, el caso Odebrecht donde el país no conoce ni la mitad de lo que ha ocurrido, o lo sucedido en el antiguo Colpuertos, en las Gobernaciones, Alcaldías como el caso de la de Bogotá con el carrusel de los contratos de los Moreno o de tantos municipios o entidades territoriales en las cuales la gran mayoría de las regalías de petróleos han desaparecido; en el Congreso de la Republica como institución o en el caso de un gran número de sus miembros judicializados por distintos motivos; en la justicia con el no lejano caso en que Presidentes de la Corte vendían fallos; en la Fiscalía General de la Nación con el jefe anticorrupción y ahora lo que faltaba con un funcionario de la Justicia especial de paz.
Pareciera que ya no hay sector lejano a las prácticas de la corrupción.
Aunque se conocen del inicio de investigaciones, falta mucho que hacer para que haya castigo contra los responsables. ¿Qué podemos hacer? No nos damos cuenta que se nos está agotando el tiempo para en lugar de escuchar tantas voces y comentarios sancionatorios de estas malas acciones y prácticas y lo que requerimos son acciones. ¿Qué país estamos construyendo? Lo que estamos es destruyéndolo.
Mientras los corruptos o ladrones actúan, vemos agentes de policía poniendo multas a los peatones por comer empanadas en las calles que según el nuevo Código de Policía está prohibido.
Veíamos en estos días citados al Parlamento a Ministros y funcionarios para dar explicaciones por esta actitud de la policía y no fueron capaces de decir a los integrantes del Congreso que parte de la responsabilidad era de ellos por haber aprobado un código de policía con esta clase de normas.
Lo grave es que la policía no entienda cuáles son las prioridades en el cumplimento de sus funciones. Mientras ellos ponen estas multas a los peatones, los atracadores y corruptos se llenan sus bolsillos.
El Presidente de la Republica informó sobre la expedición de un pliego tipo único para las licitaciones de infraestructura. ¡Bienvenido! Pero aún falta mucho por hacer.