UN vocero de los estudiantes, explicando las razones del paro nacional, argumentó que estaban luchando por las futuras generaciones de Colombia y sabía lo que estaba diciendo. Este me recordó que yo acostumbraba, al terminar los semestres de mis clases de ética, decirle a mis alumnos que cuando llegaran a mi edad tenían que haber dejado un país de ganadores, un país amable para todos, un país en el que la tranquilidad, la prosperidad y la estabilidad sea el bien común. Les decía que mi generación les estábamos dejando un país inviable. Y les decía que ellos no tendrán disculpa porque yo los preparé para soñar en grande, para que sean magnánimos y quieran a su país.
Aunque me preocupa que los huelguistas solo estén pidiendo más recursos para sus universidades porque sí se quedan solo con estos, sin respuestas a lo fundamental de una universidad, se habrán quedado con el pecado y sin el género. Las universidades son para transformar las naciones y las personas: investigando, dándole valor agregado a nuestras riquezas naturales, preparando científicos, creadores, emprendedores. Que manejen al país gracias a su formación académica sólida. Y no me canso de repetir que profesionales “competentes” solo sirven para ser súbditos de las economías de otros países: los de las universidades que sí investigan y colegios que enseñan a pensar.
Universidades que respondan a la TIC (la tecnología de la información y de las comunicaciones), pero que además respondan a una formación centrada en los principios, valores y virtudes, de manera que la avalancha de la técnica y la tecnología, sin moral, no acabe por llevar al país a ser un satélite de robots gobernados por capitalistas neoliberales. Las universidades que desconocen la verdad de la persona humana creada por un Dios que nos trajo para desarrollar el mundo.
Universidades que reconozcan el desastre para el mundo del Nacional Socialismo, del Marxismo y del Neoliberalismo. Este es el peligro de las TICS: deshumanizar al hombre. Este es el peligro de los gobiernos que desconocen la razón de la autonomía de la educación y terminan por privilegiar ideologías, políticas alimentadas con el veneno del relativismo que acaba con las razones de la verdad originada en la búsqueda de la verdad a partir de la realidad.
Claro que hay que evitar la creación de universidades sin autoridad académica y moral, pero eso no puede ser disculpa para entregarle el país al diablo. La competencia entre universidades siempre es buena si sus razones son transparentes -los edificios son adjetivos- los resultados son el verdadero filtro de una universidad. Los logros de los alumnos transformando a Colombia es la prueba de fuego, no una acreditación.
En resumen, la TIC si, con humanismo, con investigación centrada en el potencial humano y geográfico de cada región (no en cada capital departamental) con pocos proyectos y disciplinas, con los recursos necesarios para atraer a los mejores profesionales, los mejores laboratorios, y los mejores estímulos para que los alumnos se queden en su región.