Aún con la visión preponderante de la atención primaria en salud, la reforma a la salud puede ser una valiosa oportunidad para avanzar en la anhelada política de Estado que lleve al país hacia una seguridad farmacéutica. La reciente pandemia es el mejor ejemplo de esto, en la cual literalmente nos varamos por un hisopo y esto dejó al descubierto que la falta de investigación y desarrollo tecnológico nos limitó la adquisición de cada insumo, de cada equipo y de cada medicamento.
Con una visión errada, varias generaciones de gobernantes asumieron que el nuevo conocimiento derivado de la investigación científica, era tarea de los países de ingresos altos, y que debíamos resignarnos a tener negociantes que lograran buenos precios. La pandemia demostró que ni contando con los recursos hubo la disponibilidad de medicamentos y dispositivos médicos requeridos para atender a los afectados generando el impacto colectivo ya conocido; entonces la conversación nacional giró sobre qué nos faltaba para lograr una soberanía farmacéutica, que de manera más prudente y lógica migró hacia una seguridad farmacéutica (autosuficiencia de los países para atender sus necesidades).
La evolución del país académico, científico, institucional público y privado, daba cuenta de unos avances que permitían construir sobre lo construido; consolidar lo bueno y focalizar los esfuerzos para lograr dicho propósito. Existe un capital (en todo el sentido de la palabra) que vale la pena cuidar para no estar en poco tiempo en la despedida de nuevos cerebros fugados.
¿Cuáles son las fortalezas de Colombia para avanzar hacia una seguridad farmacéutica?
- El Fondo de Investigación en Salud: ha fortalecido por décadas y a varias generaciones el área de ciencias de salud incluido el sector farmacéutico.
- El talento humano en salud y el crecimiento de las escuelas de farmacia y los posgrados (maestrías y doctorados) en ciencias biomédicas.
- Los institutos de investigación en salud, públicos y privados, que consolidan la transferencia del nuevo conocimiento aportando en la calidad de vida de individuos y poblaciones.
- Los marcos normativos que nos hacen líderes en la región. El desafiante y conceptualmente robusto Decreto 1782 de 2014, que promueve el desarrollo y producción de medicamentos de origen biotecnológico, abrió las puertas para la transformación de la industria farmacéutica nacional.
- El liderazgo de la industria farmacéutica colombiana que ha alcanzado reconocidos estándares mundiales y por ello el aumento de exportaciones al continente, incluidos Estados Unidos y Canadá.
¿Qué nos falta?
- Aumento en la inversión para la investigación que conlleve a productos innovadores. Actualizar la línea base de necesidades y desarrollos, haciendo particular énfasis en enfermedades olvidadas, desatendidas y de interés en salud pública.
- El Fondo de Investigación en Salud es fundamental, pero la inversión no puede estar al vaivén de la administración de turno. Se deben garantizar recursos para el desarrollo de proyectos de investigación, tecnología e innovación, cuyos resultados superan los tiempos de los gobiernos.
- Revisar el avance de la investigación básica y brindar todas las condiciones habilitantes para la transferencia y producción de los desarrollos.
- Promover la transferencia y desarrollo para la producción de medicamentos biotecnológicos, tanto hacia centros o institutos, como hacia la industria farmacéutica local.
- Incentivar la creación y el fortalecimiento de centros de investigación clínica que atiendan y se integren con los fabricantes, para los correspondientes estudios de seguridad y eficacia de los productos desarrollados.
- Fortalecer al INVIMA y a los laboratorios universitarios que puedan constituirse en centros de referencia para la valoración de estándares de calidad de los productos y dispositivos médicos que se desarrollen.
- Garantizar la compra de los productos y dispositivos médicos nacionales.
Es prudente plantearse por qué no se han logrado avances en seguridad farmacéutica y por qué crece la brecha entre proveedores y consumidores de medicamentos y dispositivos médicos. Según la Organización Mundial de la Salud, en las materias primas, las maquinarias y los elementos de empaque requeridos por estándares internacionales, está la respuesta.
Se reconocen tres etapas en el proceso de producción, en el marco de la seguridad farmacéutica según la organización ‘Management Sciences For Health’. El nivel primario, que corresponde al procesamiento de materias primas para generar ingredientes farmacéuticos activos-IFA y auxiliares de formulación, que requieren condiciones especiales de habilitación, tecnología especial y conocimientos especiales del talento humano. Es el proceso más costoso en el desarrollo de medicamentos ya que es resultado de la investigación científica.
El nivel secundario, hace referencia a la producción a gran escala (tabletas, cápsulas, inyecciones) usando materias primas o productos intermedios, la cual es más factible llevar a cabo a nivel local. La inversión en IFA puede ser menor, pero la demanda de inversión es importante en infraestructura, equipos y talento humano.
El nivel terciario, incluye el empacado y etiquetado del producto final y puede ser más fácil de implementar por países que no cuentan con interés o condiciones para los niveles uno y dos.
A pesar de que la historia demostró el grave error cometido en 1999 al haberse desmontado la producción de vacunas, el sector farmacéutico en Colombia reportó un crecimiento del 7% entre 2014 a 2018, representando un mercado de alrededor de $14.5 billones de pesos (Clúster farmacéutico de Bogotá). Aun así, durante la pandemia fue frecuente el desabastecimiento de medicamentos, lo que puso de presente la ubicación en el nivel de producción mundial de nuestra industria (segundo y tercer nivel), exhibiendo nuestra dependencia como barrera hacia la seguridad farmacéutica.
Para ir por ese camino, en la capital del país se adelanta la creación de una fábrica de vacunas como proceso de implementación de la política distrital de Ciencia, Tecnología e Innovación. Este tipo de acciones y la oportunidad que se abre con la discusión de la reforma a la salud, pueden señalar una ruta para garantizar que en Colombia se recupere el tiempo perdido y se avance hacia la seguridad farmacéutica.
*Secretario Distrital de Salud de Bogotá