El problema religioso en la política
Hace unos días se presentó al mundo intelectual colombiano un buen libro de Mathias Herdegen que bajo el tema de el “Estado y Racionalidad“ discurre por temas que son fundamentales en la tarea del pensar tanto en la filosofía como en el derecho y -sobre todo- cuando las dos instancias se entrecruzan.
La racionalidad es la columna vertebral y es lógico porque la razón es el momento definitivo de la desacralización del mundo y la verdadera inauguración de los tiempos modernos que han obligado a todas las disciplinas a redefinirse, a buscar caminos para avizorar el futuro y construir nuevos puntos de referencia, de encuentro y de positivos desencuentros.
Por lo común hoy no se disputa, no se controvierte, difícilmente se argumenta y es por ello que aun antes de leer o de escuchar ya hay personas que “discrepan“, sobreponen la perorata desde tiempos diferentes, unos empecinados en mirar el pasado tropezándose con el presente y otros inventando un futuro lleno de deseos que coincidan con sus apetencias.
El libro de Herdegen es riguroso, discursivo; no da un paso sin apoyar la argumentación y es en ese sentido cómo, leyéndolo, se puede discutir con el autor y es así como se origina la lectura y no ese paso superficial sobre las letras que permite matar a los autores reduciéndolos a la mínima expresión, esa que fatalmente convirtió a Maquiavelo en un pensador inútil que le puso palabras a la certeza de que “el fin justifica los medios“ o al irascible sentimental de J. J. Rousseau en aquello de que “el hombre es bueno y la sociedad lo corrompe“ ignorando el tesoro que ellos encierran en sus “divagaciones” del pensar.
Cabe señalar el apartado titulado “Racionalidad y Neutralidad religiosa del Estado” que bien harían en leer -en Colombia- tanto los que defienden la Iglesia y las iglesias así como quienes la atacan, por lo común desde frágiles prejuicios respaldados en ambos casos por las fortalezas de sus intolerancias y casi fundamentalismos.
En el mundo hoy son plurales los modelos de relación entre el Estado y las iglesias. El modelo francés de separación plena lo que deja camino libre para el diálogo interreligioso sin el peso de las ventajas políticas ocasionales; el modelo inglés de Unidad plena entre Iglesia y Estado, modelo que es frecuente también en algunos países budistas y musulmanes y aquello que ha venido llamándose el modelo cooperativo muy alemán en su origen y aplicado mayormente en Europa que hace a las iglesias entes de derecho público.
En ese debate habría que entrar cuando el Estado colombiano, la Iglesia y las iglesias pretendan discutir seriamente. Las religiones están lejos de desaparecer y es su relación con el Estado la que están planteando las grandes discusiones sobre asuntos de pensar complejo pero que aterrizan en la realidad en situaciones absolutamente concretas que obligan a pensar en neutralidad de Estado, equidistancia y han de poner a prueba la capacidad de respetar sus diferencias pero garantizando “los valores del orden democrático y pluralista“.