GUILLERMO LEÓN ESCOBAR HERRÁN | El Nuevo Siglo
Martes, 20 de Agosto de 2013

¡Lavarse las manos…!

 

Fuera  de ser una sabia norma de la urbanidad de Carreño que debe ser conservada e incrementada según médicos y propagandas, “lavarse las manos” posee otras evocaciones que  es preciso no perder de vista y que tienen que ver con la vida cotidiana y el desempeño de tareas sociales.

En la ceremonia de la misa hay un momento en que el oficiante dice “lavarse las manos entre los inocentes”, afirmación que procede del Salmo 72 y que ha llevado al comentario de algunos en el sentido de que ya no hay “inocentes” que hagan cierta esa afirmación a no ser que se evoque la “inocencia” de los infantes. Es esa ceremonia por demás interesante que han de explicar los que de teologías saben.

Pero la más famosa es sin duda alguna la expresión de Pilatos el Procurador  romano a quien se le atribuye el famoso uso de la “ponchera” para lavarse las manos delante de toda la gente y creer que el simbolismo le excusaría de su culpa frente a la historia y de cara a la residual capacidad de juicio de quienes estaban presentes. Este mal ejemplo de Pilatos ha hecho carrera y es usado por algo más del noventa y nueve por ciento de quienes se ocupan en la dirección de la política. Los escuchamos a diario; la “ponchera de Pilatos” está en el ADN de casi la totalidad de los políticos o de quienes ejercen funciones de poder similares así gocen de alguna popularidad y aprecio porque se ha dicho que hay quienes poseen también la capacidad de ser encantadores en el mentir y en escurrir el bulto. Díganlo si no los asesores de imagen que por las épocas electorales renuevan as “poncheras” de quienes  se van a ofrecer al veredicto público.

Se dice que las gentes se han cansado de este proceder y que las muchedumbres están dispuestas a someter al escarnio público a los discípulos de Pilatos.

Con la gente hay que tener cuidado porque el héroe de hoy es el villano de mañana. Sin embargo, no hay que olvidar la expresión de lady Macbeth, ahora cuando en todos los ambientes recibimos casi a diario la sorpresa de que alguien  nos engañó, alguien abusó de nuestra buena fe, alguien muy señor y muy de salón nos estafó a lo Interbolsa, a lo Nule, a lo sistema de salud, a lo Proceso 8000, a lo tantas cosas que nos informan los medios de comunicación. La mencionada dama de la tragedia shakesperiana afirmaba que “todos los perfumes de la Arabia no serían  suficientes para purificar estas manos mías”.

¡Razón tenía y razón tiene! La diferencia es que ella se dio cuenta de que era una criminal. Los nuestros, a pesar de las evidencias, reclaman todavía la presunción de inocencia. Negocian la culpa por media culpa creo que aplicando el “oportunismo” del principio de oportunidad. “Del ahogado el sombrero”.

guilloescobar@yahoo.com