GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Martes, 29 de Octubre de 2013

Más papistas que el Papa

 

Grande  es la sabiduría popular que consagró desde hace siglos este decir que expresa a aquellos que –a lo mejor  con mediana cultura y desviada buena voluntad- de improviso se están graduando como críticos del Papa Francisco tanto en asuntos teológicos como también en el terreno de lo pastoral y de lo administrativo y en general en el estilo de la conducción de la Iglesia .

No se escandalicen si llegan a encontrar gentes “santas” que afirman que Francisco – pobrecito– está equivocado. Que no le quedan bien esas expresiones medio pueblerinas que usa. Que es una exageración lo del Renault 4 que le quita presentación a lo bonitos y solemnes que se veían  los cardenales y arzobispos en los autos de alta gama. Y no está bien que no viva en los Palacios Apostólicos con la disculpa de que no soporta la soledad y que ahora sí se vean todos los cardenales asistiendo a los actos litúrgicos, comiendo y cenando juntos y yendo puntualmente a los despachos. Y no les gusta el afecto directo ni que se centre tanto en el tema de la pobreza porque coloca en evidencia a esa serie de “perlados” que allá y aquí están dispuestos a pagar miles de millones para habitar en casas  que concuerden  con su dignidad y que en lugar de maldecir y gritar a quienes los rodean –llenos como estamos de imperfecciones – bendicen, se llenan de ternura y ejercitan la Misericordia.

Para estos sabios Francisco exagera y no están de acuerdo en esa “modalidad” de colocarle “gestos a las palabras”. Alguno llega a afirmar que fue un error elegirlo, en fin, Francisco parece ser “un castigo” que quiere hacer verdad el error del Concilio que convocará ese otro equivocado llamado Juan XXIII .

Lo grave es que esta vez el Espíritu Santo está hablando clarísimo. Nos ha mandado a reconocer errores comenzando por los que ha cometido el Papa y los obispos. Nos ha mandado a hacer cambios “radicales”, es decir, desde la raíz misma  de las motivaciones de nuestro obrar. Le ha dicho al Papa y a los pastores que deben “estar ahí” con la gente y aprender a escuchar. Ha llamado la atención sobre el diálogo con un mundo que cambia ya que en el cristianismo todo es dialogable pero no todo es negociable. Y ha hecho entender que es la hora de los jóvenes -sobre todo de los de espíritu- de las mujeres , de los pobres y de los laicos.

Por eso ha permitido que tengamos un Papa que es humano y no portador de una máscara de humanidad. Un Papa que sabe navegar en la tormenta, lleno de claridad  y de decisión, optimista y lleno de amor.

La doctrina no ha cambiado y la “Buena Nueva” es la misma. Han cambiado las formas, algunas, obedeciendo a la “gramática” original de Señor Jesucristo. Ojalá que los sabios que saben más que el Papa se concedan la pausa que a lo mejor los salve.

guilloescobar@yahoo.com