¡El problema es de inteligencia…!
El asunto del “paro”, de los bloqueos, de las quemas, de las pedreas, de las bombas preocupa.
El miserable espectáculo de unos presuntos campesinos que con sevicia derramaban miles de litros de leche, destruían la papa y diversas hortalizas sin importar el hambre de muchos y dando una muestra de estupidez política, fue deplorable. (Bien habrían hecho si hubieran arrastrado consigo a los “periodistas” a las zonas de miseria y en nombre de “su causa” repartido esos alimentos expresando con ello que son capaces de ejercer solidaridades ciertas).
El presidente Santos tiene una estrategia clara. En el tablero juegan dos grupos diferentes sí. Santos maneja las blancas a pesar de la oposición de quienes debieran confiar y apoyar sus movimientos. La guerrilla se defiende y trata de tomar la iniciativa.
La fortaleza de las Farc es táctica y es exactamente allí donde el Estado es débil. Una guerrilla unida frente a una sociedad patológicamente dividida, incapaz de grandeza.
La pregunta que cualquiera se hace no es otra que interrogar: ¿dónde está la inteligencia del Estado? No adivinamos ni una, no nos anticipamos a los acontecimientos; solo después -sin sonrojarse- se acepta que esos “bandidos” se desplazan de un lugar a otro sin ser detectados. Que estaban en el Catatumbo y ahora en Boyacá; que otros están en el sur del Huila y que más. Que han logrado fabricar bombas que nadie descubrió a tiempo ni imaginó; que en el momento más inoportuno se propició que un personaje ya senil unificara con sus críticas al grupo de camioneros acerca de la justificación del precio de la gasolina y el tema de la justicia; que se permitiera dirigir el desorden y la explosión de bombas en la Universidad Nacional cuando esta institución presta con ingenuidad servicios en los diálogos de La Habana y que se preanuncie desde ya el paro masivo de los maestros en la segunda semana de septiembre. ¿Y dónde está entonces la inteligencia? En estas cosas del Estado lo importante no es tener la razón sino tenerla a tiempo. La inteligencia del Estado ha de ser inteligente -valga la repetición-, sutil, oportuna , manejada con respeto pero sin ingenuidad . Y debe esa inteligencia nutrir la “acción preventiva” de quienes deben orientar la convivencia ciudadana. Hay que respetar la protesta sí porque es un derecho fundamental pero la tontería no es un deber de los líderes sociales.
Lamentablemente en el mundo civil tampoco hay analistas. Si exceptuamos a la señoras Springer, López y Salud Hernández aquí solamente hay comentaristas políticos que le dan vueltas y vueltas a la noticia sin llegar a tener relación con los hechos reales ni las verdaderas intenciones ni de la subversión ni de lo que persigue el Estado.
El analfabetismo frente al hecho político es enorme y da vergüenza. ¿O será que a quienes dirigieron el país o aspiran dirigirlo no les interesa entender y algunos de ellos quieren seguir lucrándose de la guerra y del desconcierto?