GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Martes, 23 de Julio de 2013

De nuevo en el Brasil

 

En el año 2007 llegó para acompañar a Benedicto en su primera visita a Latinoamérica.  La fiesta pública fue grande. Los  cardenales se colocaban en corro  a su alrededor. Muy comprensible el que unos intentaran estar más cerca del Papa de la doctrina. Bergoglio encontró su puesto y allí permaneció. Luego todos los que íbamos a participar en Aparecida fuimos llegando al mayor santuario de habla portuguesa, un Guadalupe en el Brasil. Fundamentalmente es un enorme y magnífico, descomunal santuario rodeado de pequeños hoteles de paso que nunca calificarían para las tres estrellas, ya que la gente viene por un día a rezar , a pedir gracias y se regresa . Benedicto iba a inaugurar  veinte días de trabajo. Todos estábamos en la sala esperando sus palabras. Bergoglio no tomó su puesto sino que se ubicó atrás de todos. El discurso del Papa estupendo. Bergoglio lo saludó; se entendían bien. Venían del mismo cónclave. Los comentarios eran que los dos habían tenido los votos en la elección sobre todo cuando el  jesuita Martini había advertido que no aceptaría. Benedicto se marchó de regreso y Bergoglio quedó -junto con la directiva del Celam de entonces -  al frente de la redacción del documento que hoy rige el desarrollo misional de la Iglesia Latinoamericana. El Documento llamado de Aparecida fue todo un éxito y es el regalo que  Francesco entrega a todos los jefes de Estado y políticos de América que lo visitan.

Ahora  ese mismo Bergoglio llega como Francisco. Él es de aquí y no viene a elaborar ningún documento sino a traer  “los gestos” que a ese documento pertenecen.  Son los gestos de misericordia, de perdón, de pobreza, de coherencia, de Derechos humanos, de amor al prójimo, de la necesidad que todos los que a la Iglesia pertenezcan  asuman la tarea de “anunciar el Evangelio”.

Y llega por segunda vez de manera solemne al Brasil. Trae un mensaje de Benedicto y él mismo es el Mensaje.

Hay algunos que lo conocen mejor y afirman que su persona, su presencia  son elementos fundamentales de la Buena Nueva . Y él lo ha dicho que las palabras del Evangelio se potencian con el testimonio personal de quien las dice.

Y se sabe que este es el viaje soñado por Francisco. En Roma, es cierto, hay tantos problemas, está sembrada de conflictos, de equivocaciones, de cosas oscuras que ocultan testimonios de santidad. Allí está el pasado. En la Jornada Mundial de la Juventud está el futuro; allí hay dos millones  de misioneros de una Nueva Sociedad que quieren construir un Mundo Nuevo.

Y a Francisco se le nota el orgullo de que la mayoría de ellos sean latinoamericanos porque solo así se borrará la frase retórica que decía  que este Continente era el de la esperanza. Francisco quiere que Latinoamérica sea el Continente de las Nuevas Realidades. Y viene a hablar de lo único que no se les habla a los jóvenes  ilustrados de hoy: viene a hablar de Dios y ese encuentro es definitivo.

guilloescobar@yahoo.com