GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Martes, 11 de Junio de 2013

Y las academias

 

Por  propuesta del obispo argentino Sánchez Sorondo, canciller de la Academia pontificia de ciencias sociales, y de la presidenta de la misma institución, la profesora Glendon, el Papa Francisco -al término de su pertenencia como académico de número nombró por decreto firmado por el cardenal Bertone a Belisario Betancur -a sus 88 o 90 años- como Académico Honorario, condición que en adelante acompañará al expresidente, que lo honra y nos honra. No debe Belisario a nadie más que a estas dos personalidades la iniciativa de presentar en el inicio del pontificado de Francisco la realidad de méritos que  determinaron la expedición inmediata del documento pontificio que ya le fue comunicado al agraciado. No es esto común y por su carácter excepcional determina que sea único para personajes de  América Latina.

Llama la atención que este intelectual colombiano sea tan reconocido y valorado por gentes que si bien es cierto saben del perfil político del expresidente valoran enormemente su vida intelectual. En efecto el obispo Sánchez Sorondo ha sabido apoyarse en él en los últimos diez años confiando siempre en su criterio y buen conocimiento de las realidades del mundo en proceso de globalización así como fue -durante una pausa presidencial de la  señora Glendon- quien dirigió con acierto la misma academia. Bien valdría la pena en un país como el nuestro en el que  por lo común reconocemos a nuestras gentes todo lo realizado con clamorosos silencios que se reviviera una iniciativa ya añeja de honrar en la persona del arzobispo Pimiento con la dignidad de cardenal no importa que haya superado la edad de los 80 años pues Juan Pablo II instauró la costumbre de reconocer a grandes pastores con este tipo de dignidad que no maltrata los números convenidos de electores.

Ya tenemos a la Santa Madre Laura y hemos tenido a los  beatos Marianito, al padre Variara, y a Caridad Brader; se deja en el olvido la presencia de la Santa Madre Bernarda que reposa en Cartagena  y no deja de causar una cierta sonrisa cuando algunos dicen que “no fueron colombianos” olvidando que le sirvieron a este país mucho más que aquellos a quienes de repente -y con poco hacer- se les entrega la nacionalidad colombiana. De igual manera se olvida a los beatos mártires de la guerra civil española y se olvida la promoción -en el ámbito de la comunidad del proceso- del arzobispo Perdomo.

Lógico que una vez obtenido un éxito como ha sido el persistir ante Roma por el reconocimiento de estos  seres excepcionales modelos de humanidad resultan promotores hasta entonces desconocidos que trascurridas las celebraciones dejarán sus emociones en el olvido.

Por el momento gocémonos la Santidad de Laura y la de santos y beatos anteriormente mencionados y alegrémonos con Belisario Betancur por el honor a él discernido . El Papa en Betancur ha escrito un capítulo inédito -complementario al de Cicerón- De Senectute que pone de presente el viejo pensar de Canal Ramírez que expresaba que “envejecer no es deteriorarse”.

guilloescobar@yahoo.com