Guillermo León Escobar | El Nuevo Siglo
Martes, 23 de Diciembre de 2014

LA NAVIDAD

Alimentando la esperanza

S  importantes estos días de Navidad por lo que aún se puede rescatar de ellos en la construcción de la armonía y de la convivencia. Lo más importante es que se gana la certeza de que sí hay más gente buena que aquellos que son incapaces de obrar el bien y que habría que pensar si es más grave el mal que hace a la comunidad colombiana la mayoría silenciosa con su callar o esa minoría sorda que se ha cerrado a los justos reclamos de las gentes en necesidad.

Gente buena que le da dimensiones nuevas a la sonrisa con que reparte golosinas y confites, que selecciona de lo propio para compartir cobijo y vestido con aquel que todavía es capaz de pedir “por el amor de Dios” y a quien se le debe dar -use la fórmula que use- “por el amor al ser humano” que es camino hacia Dios.

Además quien ayuda al pobre ha de saber que ese mendigo está validando algo impagable como es el seguro ingreso en la vida eterna por aquello de “porque tuve hambre… y me diste de comer” y un listado muy preciso que abre puertas de eternidad.

Siempre debería ser Navidad porque se nos recuerda que Jesús el Cristo es centro que define. En ese sentido Papá Noel, Santa Claus o Nicolás, el árbol son elementos acompañantes de una sola verdad y es que “Él” vino para quedarse con nosotros en la presencia de los otros.

Pero hay un regalo que parece más extraordinario que los otros y es el de aquellos jóvenes y otros más maduros que se dedican a conversar en estos días con los que están perdidos en los laberintos de la soledad sobre todo con los ancianos que vuelven a “desatar la palabra” y cuentan de alegrías y de nostalgias.

Se gastan millo000000000nes, los niños de familias pudientes reciben cantidades de juguetes inútiles que terminan en los almacenes de segunda porque -inteligentes como son-seleccionan la muñequita más simple o el objeto más elemental y van dejando de lado después del asombro las creaciones lúdicas de una sociedad que trata de disimular el abandono cotidiano y continuado de los padres.

Y no son pocos aquellos donantes de alegría que ante la felicitación nuestra nos recuerdan que no lo están haciendo tan solo por estas fechas sino que es una acción de todos los días, de todos los meses porque “todos los días son Navidad”.

Y es cuando se agradece que así sea porque para que resplandezca toda esta bondad solo publicitada a finales de año necesitamos del mayor regalo de la venida de Jesús que es la paz (“a los hombres y mujeres de buena voluntad”) y que igualmente será su herencia luego de la redención y de la resurrección. (“Mi paz os dejo, mi paz os doy”) .

Quienes quieran ser constructores de una Colombia posible han de darse mutuamente en estos días ese saludo de paz del Jesús que se hizo presente para dar sentido al vivir porque ¡todavía no es demasiado tarde!

guilloescobar@yahoo.com