Guillermo Franco Camacho | El Nuevo Siglo
Sábado, 30 de Enero de 2016

Sunstein

 

“Los chismes se expanden por cascadas sociales”

 

COMPLACE la identificación de los falsos testigos y testimonios y formalizarse su naturaleza institucional por la inclinación, en Colombia, al chisme en la modalidad de rumores falsos, inclusive en la variante perversa; el objetivo inicial es avanzar en la explicación de la relación indicada. Puede influir el desagrado por el fenómeno y se acude a La Naturaleza del Conflicto Humano (Fondo de Cultura Económica, México, 1975), segundo capítulo, por Elton B. McNeil (coautor y compilador) quien encuentra, entre los pieles rojas, tribus que acuden a la agresión verbal mediante “chismes maliciosos” y “acusaciones difamatorias”. Tales actos se encuentran en colectividades y no exclusivamente en acciones humanas individuales.

Se gira hacia las naciones y las sociedades o civilizaciones y la segunda dimensión es considerada por Arnold J. Toynbee, Samuel P. Huntington y D.C Somervell. Las civilizaciones contienen países líderes y secundarios y se entra al análisis de Rumorología (Debate, Bogotá, 2010) de Cass R. Sunstein; versa sobre los rumores en Estados Unidos que encabeza la Sociedad o Civilización Occidental. Huntington contemplaría dos posibilidades para Colombia: integrar la citada Sociedad o, de concretarse, la Latinoamericana. Sunstein es abogado, ha enseñado en las Universidades de Chicago y Harvard y fue asesor en el gobierno de Barack Obama.

Sunstein convierte al Internet en personaje central con efectos de los rumores como los siguientes: “pueden poner en peligro las carreras profesionales, la política, los cargos públicos y, a veces, hasta la misma democracia” y “En cuestión de segundos es fácil caracterizar a casi cualquiera como un sujeto de poca inteligencia” sin olvidar el posible daño a la economía a través de provocar crisis en empresas;  profundiza en los aspectos legales pero considera de mayor relieve las consecuencias culturales y sociales. Los chismes se expanden por cascadas sociales (de ente en ente) y por polarización de los grupos; sus líderes son llamados propagadores con finalidades particulares, algunos supuestamente altruistas e inclusive los hay que actúan de buena fe, pese a desplegar negligencia o imprudencia. Los destinatarios son receptivos (los más fáciles de convencer), neutrales y escépticos y contemporizar con la mayoría explica el conformismo. Las dificultades surgen por ser las refutaciones contraproducentes en ocasiones,  frenar el derecho a la libertad de expresión y perjudicar la democracia. El efecto disuasorio sirve pero debe usarse con cuidado.