Guillermo Franco Camacho | El Nuevo Siglo
Sábado, 3 de Octubre de 2015

SAGITARIO

Vorágine

La vertiginosa sucesión de acontecimientos derivados de la controversia entre Colombia y Venezuela, originada por las actuaciones de Nicolás Maduro, tomó de sorpresa al Gobierno de Colombia que reacciona sobre la marcha. Una primera conclusión consiste en prever las acciones futuras del vecino y adoptar las medidas pertinentes con los siguientes factores en mente: las complejas perspectivas domésticas de Venezuela; la costumbre usual de buscar conflictos externos para explicar, aliviar, resolver o posponer catástrofes internas; y la ausencia de solidaridad de Ecuador, Bolivia, Brasil y Argentina, en el ámbito suramericano, cuando el Gobierno de Venezuela atente contra los derechos humanos de colombianos: se citan los países que se opusieron o se abstuvieron en el debate en la OEA y que hacen inconveniente la discusión en Unasur. ¿Por qué? Emerge una hipótesis desagradable: priman las consideraciones comerciales, ideológicas y políticas sobre los derechos humanos de los colombianos.

Conviene acudir primero a la historia: el problema surge con el quiebre de la Gran Colombia y se sugiere examinar Colombia. Una nación a pesar de sí misma (Planeta, Bogotá, 2011) de David Bushnell. Se observa el ataque a una personalidad colombiana: Francisco de Paula Santander en ese entonces y Álvaro Uribe Vélez hoy; Uribe no merece la agresión y quien escribe no es partidario suyo. Se entiende, también, que el anticolombianismo es frecuente en el quehacer político venezolano y lo ocurrido ahora es el previsible surgimiento de posturas  desbordadas, premeditadas y aparentemente ilógicas que, algún día, se verían.

Otro rasgo es obvio: la notoria influencia del estamento militar, en todas las épocas, en Venezuela y sus inevitables consecuencias negativas sobre la democracia. Otra conclusión consiste en que las dificultades se solucionarían en el largo plazo y otra adicional significa poner en práctica una recomendación que empieza a abrirse paso: vincular, en mayor grado, nuestras fronteras, en particular la colombo-venezolana, al resto del país. Puede lograrse: el presidente-comandante Hugo Chávez Frías neutralizó el intercambio comercial y los exportadores colombianos hallaron otros mercados. De todas maneras, Maduro es innovador al atribuir las dificultades cambiarias y de contrabando a Colombia y extenderlas a la totalidad de las áreas económicas,  sociales, incluyendo medios de comunicación, y políticas, por ejemplo, paramilitares. ¿Dónde quedan el manejo y responsabilidad nacionales propios de un régimen gubernamental?