GUILLERMO FRANCO CAMACHO | El Nuevo Siglo
Domingo, 7 de Septiembre de 2014

Ucrania

 

La  crisis de Ucrania conduce al pasado como antecedente. Librada de mongoles y tártaros, Rusia inició una expansión que la tornaría en potencia euroasiática y luego en superpotencia, denominada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en disputa de la hegemonía mundial con Estados Unidos; el conflicto  (la Guerra Fría) empezó, en opinión de algunos, cuando finalizó la segunda Guerra Mundial. Ronald E. Powaski, en desacuerdo, afirma que se originó por la intervención aliada en Rusia con ocasión de su derrota ante Alemania en la Gran Guerra; su obra La Guerra Fría. Estados Unidos y la Unión Soviética, 1917-1991(Editorial Crítica, Barcelona, 2000) indica esta y otras tesis del autor. La Segunda Guerra fue una alianza del comunismo y el capitalismo contra el fascismo y, lograda la victoria, los ganadores se enfrentaron y surgió la Guerra Fría; esta pugna fue indirecta, a través de sus satélites, debido al arsenal nuclear de la URSS y EE.UU. que se habría traducido en el cese de la humanidad en caso de un choque directo. Joseph Alois Schumpeter, fallecido en 1950, pese a su convicción capitalista, creía en el triunfo comunista: Mao había triunfado en China el año  anterior y la URSS había conquistado Europa del Este.

La URSS se disuelve en 1991, la mayoría de sus componentes toma un cauce independiente y en Ucrania con factores agravantes: la inclusión de Crimea, con Sebastopol, y ser vía de acceso al Mediterráneo, es decir, una consideración geoestratégica. La situación era manejable en tanto fuera favorable el gobierno de Ucrania a la Federación de Rusia y no es así.

La tensión luce entendible por los antecedentes y se plantea que Putin no se exponga a quedar mal ante la historia al demostrarse la realización de escaramuzas fronterizas como lo hacía Hitler. Podría ser que los rusos recuerden su  imperio y deseen recuperar territorio, lo cual explicaría la muerte política de Mijail Gorbachov quien garantizaba democracia y armonía universal; además, el presidente Putin se formó en el comunismo y la KGB. Hay una base de tranquilidad relativa en lo siguiente: Hobsbawm y Powaski estiman que no reaparecerá un esquema socialista como el de la URSS; sin embargo, Powaski no descarta una nueva Rusia agresivamente nacionalista, menos democrática y capitalista y no elimina la reactivación de la Guerra Fría.