GUILLERMO FRANCO CAMACHO | El Nuevo Siglo
Domingo, 22 de Junio de 2014

Elecciones

 

Juan  Manuel Santos será presidente de la República durante 2014-18 y su adversario, Óscar Iván Zuluaga, lo acepta. Quien escribe nunca había respaldado a Santos; se le apoyó frente a Zuluaga, al rechazar a quien está detrás, es decir, el expresidente Uribe y, como factor determinante, darle una oportunidad a las negociaciones de paz con las Farc y el Eln.

Se pensó que Santos podría perder porque los rumores, recurso habitual en nuestro país, en su condición de instrumento efectivo de agresión, lo perjudicarían y no fue así en el grado esperado: ¿progresa Colombia? Se siguieron los debates entre los candidatos presidenciales, en especial el adelantado en RCN, y se detectó que Santos era mejor conocedor en cuanto a hechos y cifras pero no se había preparado adecuada y previamente para contrarrestar afirmaciones inexactas (calificación suave en varios casos) ante la opinión pública; desagradó, en particular, la gestión del expresidente contra el Presidente-candidato en relación con la supuesta vinculación de éste a fondos irregulares en su campaña del 2010. Se había planteado eventual responsabilidad de Juan Manuel Santos y Uribe realizó una corrección en su última manifestación: no le consta culpabilidad del actual mandatario pero recibió información sobre la citada campaña que era preciso mantener en reserva hasta después de la segunda y última ronda presidencial; hubo explicaciones legales para esta actitud, aunque no agradan. Las denuncias deben acompañarse, de inmediato, con las respectivas pruebas. Molestan la Yidispolítica y que altos exfuncionarios de Uribe evadan la justicia, pese a contar con garantías.

En consecuencia, se reitera tengan lugar, con rigor y severidad, las investigaciones pertinentes sobre los actos de las dos partes. Se pide un chequeo exhaustivo y la aplicación de las sanciones pertinentes  independientemente del resultado de las elecciones y de los actores. Se plantea que no se acuda a sindicaciones basadas en rumores falsos; quien denuncie previamente ha de adelantar un análisis de la veracidad de los hechos y de los testigos. La posibilidad de denuncias injustificadas comenzó a detectarse en Elton B. McNeil (compilador y coautor), La Naturaleza del Conflicto Humano (Fondo de Cultura Económica, México, 1975). El problema se agrava con la divulgación en los medios de comunicación y no siempre se despeja con las rectificaciones, lo cual preocupa respecto a quienes sean objeto de sanciones sociales sin merecerlo.