GUILLERMO FRANCO CAMACHO | El Nuevo Siglo
Domingo, 8 de Junio de 2014

Convergir

 

Llamó la atención “Peligros de la Justicia Mediática” (El Tiempo, mayo 15, 2013) de Alfonso Gómez Méndez. Dicho término deja claro su origen: los medios de comunicación; por el contrario, quien escribe puso énfasis en la jerarquía conceptual donde el ángulo institucional, según parece, es básico para la estabilidad y avance de las naciones y, en consecuencia, se habla de la Justicia Institucional, definida en la Constitución y las leyes, y la Justicia Paralela equivale a la Mediática.

Así los calificativos de Paralela y Mediática son sinónimos y el mayor relieve reside, en opinión personal, en la Justicia Institucional y no en las citadas previamente; sin embargo, tal tesis no rige en Colombia, según Juan Manuel López Caballero y otros. Gómez está influido  por el caso de Andrés Felipe Arias y la discusión alrededor de ser culpable quien es acusado, no tener derecho a casa por cárcel al incurrirse en impunidad y facilitarse el desvío de pruebas desde el presidio; Gómez es escéptico de lo indicado que depende, en parte, de los vínculos creados, inclusive en el pasado.

Se aplaude que mente tan brillante y decisiva se interese en el tema y se permanece a la espera de su evolución y traducción en medidas de política bien concebidas y coordinadas, aunque sea a largo plazo; mientras tanto, se acepta la realidad: la Justicia Mediática llegó para quedarse impulsada por las “chivas” y, según sus críticos, para imponer sus juicios, pese a afirmaciones de sus directores de “no ser jueces los periodistas”. El movimiento ha de contar con la voluntad decidida de las altas Cortes: Constitucional, Suprema, Consejos de Estado y Superior de la Judicatura que han de superar las fallas propias y las del sistema respectivo en general.

Preocupa la situación de los inocentes objeto de condena social permanente, pese a las rectificaciones de los medios; se sugiere el estudio ¿bajo el marco de la legislación de víctimas como antecedente? Y la concreción de un premio anual al periodismo investigativo que estimule la excelencia, controle excesos, corrija  deficiencias detectadas en el informe del Círculo de Periodistas de Bogotá, en 1983, sobre el periodismo judicial, garantice formación mínima legal y penal de los periodistas judiciales, “fair play” y derechos, impulse el nexo racional entre las Justicias Institucional y Mediática y el predominio de la primera.