GUILLERMO FRANCO CAMACHO | El Nuevo Siglo
Domingo, 12 de Enero de 2014

Preámbulo

 

“El país se nueve entre lecciones y proceso de paz”

 

La negociación de paz, en La Habana, fue el evento político más importante del año pasado y dominará el actual; frustró su lentitud pero se llegó más lejos que eventos similares. Se respalda el proceso, pese a las dudas y la desconfianza en las Farc. Éste constituye uno de los casos de divergencia con el uribismo mirado como un movimiento decreciente, a largo plazo, a ritmo infinitesimal. Desagrada la vigencia del caudillismo que imperó, en Colombia, durante el siglo XIX y coincidió con limitado desarrollo económico: se tiene en mente a Álvaro Uribe. Se comparte el criterio del Gobierno Nacional de no ser una negociación pacífica, es decir, acompañada por tregua y cese del fuego como quieren el ELN y las Farc: la guerrilla aprovechó tales circunstancias en el Caguán.

Un segundo acto político reside en las elecciones presidenciales y de corporaciones públicas del año en curso; se han alineado las fuerzas principales en las primeras, o sea, el presidente Juan Manuel Santos y su reelección y el uribismo con Oscar Iván Zuluaga; se ve compleja la definición de una “tercería” por la posición de Polo Democrático que favorece con rigor a su candidata Clara López Obregón. Es más lenta la conformación de las listas para las referidas corporaciones debido a la concreción de quienes las encabecen con excepción del uribismo respecto al Senado; esta ocasión puede ser determinante para dicho grupo ¿progreso, retroceso o se estaciona?

Surgió un nuevo actor: el campesinado con efectos políticos, económicos y sociales; se detectaron nexos con la guerrilla, formación de algún dirigente en la antigua Unión Soviética e inclinación de líderes a tornarse en candidatos a la presidencia de la república, es decir, poco tardó el factor político en aparecer y volverse el principal o uno de los más importantes. Sobrevino un consenso casi inmediato: la actuación de los campesinos, pese a sus excesos (paros,  bloqueo de las vías o carreteras, sitio o cerco de ciudades, exigencia de subsidios gigantescos) era justa por el olvido de siempre al sector hasta el extremo de carecer el país de una política agraria, cuyo primer paso reside en la suma de las quejas que, desde luego, han sido objeto de análisis. Algo curioso: ¿tienen los campesinos más experiencia que las fuerzas armadas en los cercos?