GUILLERMO FRANCO CAMACHO | El Nuevo Siglo
Domingo, 1 de Diciembre de 2013

Pacho

 

Hubo  expectativa por un reportaje extenso, en los que actúan Yamid Amat y María Isabel Rueda, con Francisco Santos. ¿Por qué? Fue total el silencio de Santos una vez vencidas sus aspiraciones presidenciales en la última convención del movimiento Uribe Centro Democrático. Se quería averiguar, en primer lugar, el concepto de Pacho sobre la actuación del expresidente Álvaro Uribe y se adquiere, en sus respuestas a Rueda, la impresión de considerarlo responsable pero no culpable; lo primero porque tomó la decisión de cambiar el escenario de consulta a convención y lo segundo por acceder a propuestas de Fabio Valencia y Joselito Guerra en representación de un uribismo politiquero alejado de la vertiente ideológica que mira al exvicepresidente como jefe.

Es difícil aceptar la falta de conexión entre responsabilidad y culpa, a menos que se contemple el deseo entendible y razonable de evitar roces; sin embargo, Santos sostiene que una convención se presta para arreglos amañados y, además, se descartó la opción ganadora garantizada: superaba al primo en las encuestas e iba en el camino firme e inevitable de ser Presidente de la República. En vista de tal antecedente es obvio que se cometió, en su concepto, un error mayúsculo. ¿No existe culpa cuando se permite la conformación del entorno adecuado para la derrota?  Santos pensó que perdería en la convención pero asistió por disciplina. No se vinculará a la campaña presidencial de Óscar Iván Zuluaga porque éste ya integró un excelente equipo.

Hay coincidencias parciales respecto a las elecciones; difícil evitar la reelección del presidente primo; tal vez el uribismo sea el grupo mayoritario en el Senado mas no se espera  lo mismo en la Cámara de Representantes. Se duda que Germán Vargas se desvincule de Juan Manuel Santos y poco viable luce que Peñalosa sea presidente con sus diversos fracasos. Como era de esperar, Carlos Holmes Trujillo está en desacuerdo con Pacho, apoya a Zuluaga y hace méritos; no se observa en Colombia, con facilidad, la costumbre de respaldar los perdedores a los ganadores que le fue útil a Lyndon Johnson.

Se respalda al presidente Santos en relación con su política y negociaciones sobre la paz, pese a la desconfianza en las Farc y es conveniente ponerles atención a las reservas de la oposición para evitar equivocaciones; aquí se es anti Pacho.