Claridad
La transparencia es una motivación. Un primer ejemplo fue la propuesta, a la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, de implantar una característica básica en el Estado: la transparencia absoluta en reemplazo de sus facultades discrecionales. No se cometió la ingenuidad de plantearla como proposición personal con base en el axioma de preferir el Estado entenderse con las personas jurídicas y no las naturales: la entidad transmisora fue la desaparecida Asociación Colombiana de Agentes de Aduana y su presidente, Luis Alberto Mojica, fue partidario entusiasta. La idea se rechazó y no es de extrañar por las ventajas para el Estado. Se quiere la eliminación para forzar el máximo de eficiencia y la exclusión de consideraciones indebidas en las decisiones estatales. Se pensó que, de todas maneras, la transparenta era inevitable y la equivocación residió en el ritmo lento de la fijación del criterio en la praxis. El campo inicial sugerido de aplicación fue la política de personal.
El lobby es una segunda posibilidad y Leonardo Luengas Serrano explica el viacrucis, en Colombia. En El Cabildeo como Forma Ampliada de Participación Ciudadana (2012); este texto se divulgó con el auspicio de la Corporación Siglo XXI y la Fundación Konrad Adenauer. El ataque al, proyecto fue muy exitoso, lo cual preocupa, y se sugiere una nueva edición que incorpore la mención de los opositores específicos y su argumentación individual. Tal vez el resultado del proyecto se garantice con Germán Vargas Lleras, su gestor principal, como presidente de la República; ojalá se cuente con el apoyo de Juan Manuel Santos y se mantenga el respaldo reciente de líderes liberales y conservadores.
Se ha sugerido, en esta columna, que la Justicia Paralela de los medios de comunicación sea materia de un premio anual que impulse, al mismo tiempo, estímulo y control y uno de sus rasgos consiste en garantizar la exposición de los puntos de vista de todas las partes envueltas; el progreso observado significa transparencia. Se espera algo similar respecto a las actas de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores sobre los sucesos de La Haya; deben divulgarse no solo por lo conveniente de la transparencia, sino en ejercicio de un principio del ajedrez consistente en que la mejor fuente de aprendizaje se encuentra en el estudio de las derrotas y los errores. Habría campo para la responsabilidad política.