Crece cada día el número de colombianos que con claridad vemos la gran oportunidad que ahora tenemos para construir un acuerdo de paz con las Farc donde quepamos todos.
No eran ciertas las amenazas de quienes nos amedrentaron, como estrategia de campaña, diciéndonos que si triunfaba el No regresaríamos a la guerra perpetua y que, por haberse logrado “el mejor acuerdo posible” era imposible mejorarlo.
Ahora es evidente que si es viable renegociar el acuerdo y que, además, la posibilidad de la reanudación de las hostilidades es cada vez más remota.
Sin embargo, para poder transformar esta atractiva posibilidad y hacerla realidad, será necesario que el Presidente personalmente dirija el trayecto que hace falta.
No es suficiente que el Mandatario sólo insista en mostrar cotidianamente por la televisión sus aparentes deseos de diligencia y escucha, ni que reitere el pedido a su equipo para rápidos resultados en la negociación de La Habana. Lo realmente importante es mejorar el anterior resultado, aunque eso implique un arduo trabajo durante algunos meses.
Para sacar adelante esta idea será necesario que entendamos, pero sobre todo la dirigencia guerrillera, que volver a negociar es lo mejor para las partes.
Entre otras razones porque ellos, como se desprende de la lectura de los documentos de su reciente reunión en los Llanos del Yarí, daban por hecho que el acuerdo firmado seria ratificado sin problemas por el voto popular el primer domingo de octubre.
Para los 5.700 guerrilleros de las Farc, que pasaron de la euforia prematura a la derrota, la frustración debe ser enorme, y por eso lo conveniente es una calmada discusión que consiga un mejor documento.
Siempre y cuando entiendan lo ocurrido y aterricen sus pretensiones, mientras que se les garantiza su seguridad con verificación internacional.
Todos los expertos en seguridad nacional que he consultado, coinciden en que movilizar de nuevo el aparato de guerra de las Farc no sería cosa rápida y si lo hicieran, habría que tener en cuenta que la moral de sus efectivos hoy no es la mejor. Todos sueñan con una vida distinta.
Pero de otra parte, es necesario que nos apropiemos de la importancia de acatar siempre el resultado de las consultas populares como mecanismo de solución a los grandes problemas.
Baste ver el creciente rechazo que causó en EE.UU. la afirmación del candidato Trump cuando dijo en el último debate que sólo aceptaría el resultado de las urnas en la próxima elección si él era el ganador, lo que generó su definitivo hundimiento. Alejémonos de esa tentación…