Google, Facebook y Amazon han cambiado sus posiciones frente al teletrabajo (o trabajo remoto) durante el curso de la pandemia. Al principio se vendieron como carmelitas descalzas frente a sus empleados prometiendo “productividad sin preocupaciones, desde sus hogares”. Pero con la llegada de las vacunas y la disminución de los contagios por covid, las posiciones se fueron endureciendo y los conflictos con los colaboradores fueron aumentando.
El tema es que los gigantes, no sólo del mundo tecnológico sino de casi todas las industrias, están dimensionando que las oficinas (que llegaron a verse obsoletas) son espacios de productividad reales, tangibles y provechosos. Mientras que los hogares son espacios que, por más que tengan buena conectividad y se ajusten para simular lo que es una oficina, siempre estarán ligados al descanso, al entretenimiento y sobre todo ¡al tiempo en familia!
Por supuesto, la discusión no es sencilla. El argumento de miles de colaboradores sobre todo de Google y Facebook es que, “el teletrabajo es sinónimo de calidad de vida”. Esto tiene que ver con la vida en urbes cada vez más pobladas, con tiempos de desplazamiento largos y desesperantes. Por ejemplo, en una ciudad como Bogotá, un empleado demoraba, en promedio entre 80 y 120 minutos al día para llegar a las oficinas en la lejana época prepandemia.
La discusión sobre el teletrabajo se ha fanatizado. De hecho, parece que ya existen barras bravas del trabajo virtual. Pero para las compañías el tema es mucho más espinoso. No se trata simplemente de “enviar a todos a trabajar desde la casa”, como esperaban los grandes popes de la tecnología por allá en julio de 2020. Se trata, en realidad, de medir con cautela y sin apasionamientos, ¿dónde es más productivo un colaborador? La respuesta, considero, debe estar basada en los fríos números.
Las compañías, sin importar su tamaño, deben hacer la tarea de medir con estadísticas aterrizadas y centradas, los niveles de productividad, resultados alcanzados e índices de desempeño alcanzados por los colaboradores entre marzo de 2020 y marzo de 2021, y compararlos con las cifras de marzo de 2019. Los números tienen algo bueno y es que no pelean con nadie. Son lo que son.
Por eso, las decisiones a futuro sobre el teletrabajo no deben tomarse desde la percepción o desde las opiniones o gustos. Actualmente, existen decenas de algoritmos, simulaciones, Big Data, lo que quieran, para hacer diagnósticos realmente aterrizados, y sobre todo sensatos, para tomar decisiones certeras sobre volver o no a las oficinas.
Mi opinión no cambia. El hogar para un colaborador es y siempre será un espacio de descanso, de entretenimiento, de relajación. Pero sobre todo ¡un espacio para la familia! La casa nunca será un sitio de trabajo. La casa es para hablar con la pareja, para educar a los hijos, para descansar. Y la productividad no podrá nunca ocupar ese sitio sagrado. Así nos ahorre miles de horas en un trancón.