PUERTO LIBERTAD
Derecho y deber por excelencia
Hoy traigo dos conceptos, que llegaron en muy distintos barcos a este Puerto. Con el primero, comulgo íntegramente, lo abrazo, y lo tengo incorporado a mis diez mandamientos, desde las primeras letras públicas y privadas que escribí.
Al segundo, desde mi formación no jurídica -condición que no me inhabilita para anhelar que Colombia algún día sea un país decente- lo encuentro inaceptable.
Primer concepto: “Para un escritor, según él (Erri de Luca) la palabra no es solo un derecho, sino también un deber; el único deber moral que le cabe, el único que lo justifica y lo libera y lo hace digno”. De la columna “La palabra justa”, de Juan Esteban Constaín, el historiador / escritor joven que más respeto y admiro, por la solidez de sus conocimientos, y la habilidad para transmitirlos a nosotros los legos, con un ritmo literario seductor, que vuelve cercano, lo que en otras manos podría resultar adusto y complejo.
Segundo concepto: Tomado de las declaraciones del abogado Abelardo de la Espriella, a las periodistas Yolanda Ruiz y María Elvira Samper, el miércoles en RCN: “La ética no tiene nada que ver con el derecho” (…) “En estricto sentido, la moral y la ética, que son lo mismo, no tienen nada que ver con el derecho”. María Elvira es brillante, y no traga entera ni una cucharada de Cerelac. Mientras más preguntaban las dos agudas y valientes periodistas, más clara quedaba la posición del defensor de Pretelt.
¿Por qué traer a esta columna de hoy, alguien tan lúcido, independiente y poético, como el escritor italiano, y algo tan (dejo en blanco el adjetivo) como lo expresado por el defensor de 13 implicados en parapolítica, abogado transitorio de David Murcia, del pastor evangélico acusado de abusar sexualmente de varias de sus feligreses, y abanderado prácticamente de cuanto caso mediático se le cruza en el camino?
Tal vez porque los opuestos en algún momento se tocan, se encuentran y repelen como imanes barajados por las leyes de la física, y la rebelión de los sentidos. Quizá porque ejercer el derecho y el deber de la palabra, es lo único que nos queda, para no dejarnos arrebatar conceptos que consideramos fundamentales.
Una cosa es que algo pueda ser antiético, pero no necesariamente ilegal; de acuerdo. Pero otra muy distinta es decir que “la ética no tiene nada que ver con el derecho”. La ética, señores, tiene que ver con todo y con todos. Nos afecta, orienta, compromete, observa, ilumina, frena e impulsa transversalmente, todas y cada una de las cosas que pensamos, hacemos y dejamos de hacer. Nos atraviesa la vida como una coordenada férrea y transparente.
La ética tiene que ver con ser abogado, médico, zapatero, maestro, astronauta, albañil, artesano y escritor. Tiene que ver con cada centímetro que recorremos desde el vientre materno, hasta la urna del punto final. La ética es derecho y deber por excelencia. Y -así como la palabra del autor De Luca- el único deber moral que justifica, libera y hace digno al ser humano.