GLORIA ARIAS NIETO | El Nuevo Siglo
Viernes, 17 de Enero de 2014

Honrar la libertad

 

“El respeto,  primera condición de una libertad bien entendida”

 

La libertad de expresión es una bandera de la independencia, un pilar de la democracia, y una conquista del pensamiento autónomo. Nos permite articular esa maravilla llamada disenso, y construirnos como personas y sociedades en proceso de evolución y descubrimiento.

Lo difícil llega, no cuando hay convicciones inteligentes contrarias a las que uno tiene, sino cuando los fanatismos -de cualquier extremo- torturan los sentidos; y desde una página o un micrófono, vulneran la dignidad de los seres humanos.

El bobor y la maldad,  la manipulación y la discriminación, han estado muy presentes en el pedacito de año que ha transcurrido hasta hoy:

Petro, pataleando con su vehemente prepotencia, para defender… ¿qué? ¿un principio, un cargo, una piedra, un imposible? ¿todas las anteriores?

Un juez Armenta -jurídicamente no  inhabilitado-  al fallar a favor de quien indirectamente le paga el salario a su esposa, incurre en un comportamiento que huele feo.

El procurador, saciado de potestades, convirtió la destitución e inhabilitación política del Alcalde de Bogotá -intensamente deseada por muchos y por mi- en algo que nunca debería haber sido: una guerra de poderes y vanidades.

Una prensa con tintes bastante farisaicos, le quiere sacar los ojos a un presidente francés que va en moto a visitar a su amante. Como dicen los gringos ¿so what?

Y el máximo esperpento de la semana: las declaraciones de  la señora María Luisa Piraquive, pilar de una cosa rarísima llamada ‘Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional’, y progenitora de la senadora y cofundadora del partido político Mira, Alexandra Moreno Piraquive. Las expresiones horriblemente discriminatorias de la señora María Luisa deberían ser impensables en el siglo XXI; y peor aun, cuando se dicen en una congregación religiosa, que comete el abuso de utilizar los nombres de Dios y Jesucristo, en su denominación.

Cruel y grotesco afirmar que personas en condición de discapacidad, no puedan hablar desde un púlpito; y más insólito aun, argumentar que es en nombre de la conciencia, por lo que no puede haber oradores a los que le falte un brazo. Esa señora ¿sabrá lo que es la conciencia? ¿Sabrá lo que implica hablar en nombre de una iglesia, frente a una congregación de fanáticos que aplauden como si estuvieran en un aviso de pilas Eveready?

Sabemos que al Mira le desagradan profundamente los homosexuales y sus derechos, y la interrupción del embarazo, aun en los casos contemplados por la ley. Y ahora, queda sobre el tapete, que al haber sido ponente de la  ley 1482 –antidiscriminación-  lo que su hipocresía estaba armando era su propio tinglado de autoprotección para no ser ellos mismos discriminados, por tratarse de una iglesia bastante particular.  Las personas con discapacidad, ni siquiera se mencionan en esta ley, del 30-XI-2011.

Si. Divina la libertad de expresión. Pero nos falta mucho, para aprender a hacer  con ella lo que se debe hacer con todas las libertades: Honrarla. Y comprender que el respeto, es la primera condición de una libertad bien entendida.

PD: Sugiero no perderse la columna de ayer, de Juan Esteban Constaín.

ariasgloria@hotmail.com