Aspecto de la Plaza de Bolívar
En todos los países del mundo existen lugares y rincones emblemáticos. Colombia no es la excepción, pues cuenta con innumerables sitios, exóticos unos, misterioso otros, pintorescos los que menos, sin olvidar los históricos, que deben ser venerados, respetados y mantenidos, por ser en nuestro caso, hitos fieles de toda una valentía libertadora. Entre estos lugares tenemos las plazas centrales de varias ciudades del país, mudos testigos de particulares tradiciones, que todo visitante, nacional o extranjero, teniendo en cuenta su importancia histórica quiere conocer, y partiendo de esa experiencia construye su concepto del país, afirmado en el talante de seguridad y atención que recibe de los pobladores; el mantenimiento, pulcritud, protección, consideración a las necesidades del invitado, corren bajo la responsabilidad de las autoridades municipales encabezadas por el Alcalde.
Sustentados en estos conceptos nos parece preocupante lo que hoy sucede con la tradicional Plaza de Bolívar de Bogotá, conocida entre los antepasados como la plaza mayor. La ciudad capital por estas calendas sufre un debate desgastador, generado por situaciones conocidas que han convertido la Plaza de Bolívar en escenario de protestas y manifestaciones de toda índole, pregonando respaldo al alcalde Gustavo Petro quien enfrenta un fallo de destitución proferido por el Procurador General de la Nación.
El responsable del cuidado y conservación de este escenario, como se viene sosteniendo, es el señor Alcalde Mayor. Sin embargo es él quien invita y promueve los actos llevados a cabo los últimos días en nuestra admirable plaza. Los que hemos tenido la oportunidad de asistir al lugar podemos dar fe del espectáculo ofrecido por las personas asentadas en el sitio. Quiero invitarlos a observar la triste situación y el espectáculo brindado por los individuos establecidos en el perímetro cívico. Permítanme hacer una descripción general con el ánimo de darles una idea de la problemática; En la Plaza de Bolívar se encuentran instaladas una serie de carpas ocupadas por seguidores de la protesta, no tengo la capacidad para aproximar el número de asistentes por ser gentes itinerantes, es decir se turnan para tener permanente presencia, pero si les puedo asegurar que allí cocinan y se alimentan, actividades preocupantes, vistas desde el punto sanitario. Entenderán mis respetables lectores que el aspecto de la emblemática zona es deprimente.
A lo anterior debemos agregar, para aumentar los males, la presencia de habitantes de la calle que -por lógica- se suman al movimiento aportando, además, la posibilidad de ofrecer sustancias alucinógenas o estupefacientes. Ante semejante espectáculo sólo me falta sumar la agresividad, a flor de piel, exhibida por los asistentes. ¡Imagínense lo deprimente del espectáculo!. Me resta implorar al señor Alcalde que direccione sus protestas sin invadir los escenarios de forma permanente.